Opinión

Pablo Iglesias, la República y la censura que viene

En un hecho insólito, el vicepresidente único del Gobierno (las otras dos vicepresidencias han pasado a mejor vida política) arremetió contra la Jefatura del Estado y el sistema constitucional con motivo del aniversario de la Segunda República. Le molestó, además, ver al Rey de uniforme (no a Chávez y a Fidel), sin reparar en que S.M. es además el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. Pablo Iglesias es un ser demasiado evidente, de puro sectario. Estos callados fastos del 14 de abril no han reparado, sin embargo, en una de las muchas páginas negras de aquella República idolatrada por el Sr. de Montero. Mucho se habla de la censura en tiempos del franquismo, pero nada de la censura practicada durante la Segunda República. Entre 1931 y 1936 se cerraron 120 periódicos. Franco mandaba motoristas, pero Azaña o Casares Quiroga mandaban telegramas a sus gobernadores civiles para perseguir los periódicos católicos o desafectos al régimen, y la Ley de Defensa de la República es un texto profundamente antidemocrático. La práctica republicana en materia de libertad de prensa dejó mucho que desear en materia de derechos y libertades. No; la República no fue un oasis. La libertad de expresión, el derecho a la información, la libertad de manifestación y la libertad de concentración, entre otras, estuvieron sistemáticamente perseguidas. Era habitual ver en los periódicos huecos en blanco producto de artículos o informaciones censurados. No hubo periódico o periodista de la oposición al régimen que no fuera víctima de una censura que no fue puntual sino sistemática, constante, característica de aquél régimen. Desde el punto de vista historiográfico ese es un hecho sobradamente conocido e incontrovertible, pero ha sido con frecuencia convenientemente silenciado.

Ahora que el Frente Popular ha vuelto al Gobierno y que el vicepresidente comunista se ha hecho con el mando ideológico del mismo; ahora que el PSOE ha instalado en la presidencia del gobierno a otro Largo Caballero; ahora que ven peligrar el poder por la catastrófica gestión del coronavirus, han recuperado el recurso a la censura.

Lo primero fue instalar a unos supuestos verificadores periodísticos (Neutral, Maldita) a controlar el tráfico de las redes sociales y determinar la verdad oficial de cada suceso. Los centinelas del régimen tienen, indirectamente, a través del control de esas redes sociales, el control de la prensa digital cuyas noticias se difunden y viralizan vía Facebook, Whatsapp o Twitter. Detectan en redes una noticia desafecta que tachan de fake y provocan que esa red social se cierre al periódico digital que la publicó. Han sido ya varios digitales los afectados por dicha modalidad de censura que siempre es ideológica, pues los medios así sancionados suelen ser desafectos al Gobierno de Sánchez e Iglesias. Lo más perverso es que al frente de dichas prácticas se encuentran periodistas afectos al régimen (de izquierdas, claro) que señalan a los desafectos (de derechas, claro). Los centinelas del régimen son además los señores de la verdad absoluta.

La siguiente modalidad de censura es provocar la expulsión de los medios de comunicación privados de los periodistas que escriben columnas críticas con el gobierno. El último caso, ha sido el de la expulsión de Público de un profesional que osó afirmar que sí se puede criticar al gobierno. Es evidente que cuando el Gobierno reparte dádivas a según qué medios (acaba de dar 15 millones de euros a las televisiones oligopólicas y multimillonarias y ya está preparando el reparto de otros cien millones a costa de las campañas institucionales) , es evidente que la amenaza a un medio de comunicación puede ser interpretada en términos de castigos económicos empresariales (por falta de ayudas directas o indirectas o retirada de publicidad) o personales (muchos están participando en tertulias televisivas también afectas, de las que podrían ser expulsados).

Como al parecer las estrategias de represión citadas no son suficientes, ya se anuncia la tercera modalidad de censura política. Viendo que con motivo de su pésima gestión de crisis del Covid-19 se les ha escapado de las manos el control de la opinión publicada, pretenden recurrir a la censura frontal de los medios. El CIS de ayer coloca una pregunta, la 7, que no solo es claramente antidemocrática sino que confunde, y no es casual, las informaciones o bulos que circulan por redes sociales con la información aparecida en los medios de comunicación. Confundiendo las dos realidades en una, están preparando la censura directa y el establecimiento de la verdad oficial. La maldad del modo en que se formula la pregunta induce a “restringir y controlar” la información y a establecer una sola “fuente oficial” de información, lo cual es la mayor atentado contra la libertad de expresión y el derecho de información acaecida desde la muerte de Franco. Dice así: ¿Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y medios de comunicación social, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener la libertad total para la difusión de noticias e informaciones? Es decir, por un lado confunde las redes sociales con los medios de comunicación para mezclar los bulos con las informaciones y noticias; por otro lado, pretende remitirlo todo a una “fuente única” (hombre, para eso ya está el BOE), y por otro liga esos bulos a los que llama mantener la libertad total para la difusión de noticias e informaciones. Suena un poco a la distinción que hacían las gentes del búnker entre libertad y libertinaje. Quizá a Tezanos le haya asaltado algún pasado al subconsciente, no sé, pero la formulación de la pregunta y las posibles respuestas que ofrece el CIS a la misma son un poco de La Codorniz, si no fuera porque lo que está en juego es la pervivencia de la democracia en España.

El camino está claro. Solo los muy afectos al régimen; solo los que muestren su inquebrantable adhesión a la figura y obra del Jefe; solo los que mantenga la ortodoxia total, sobrevivirán. 

No hay que descartar que la canción “resistiré”, entonada por tanta gente desde los balcones, pase de referirse al Covid-19 a hacerlo respecto al Gobierno.

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