Opinión

“Ceridos” Reyes Magos:

Todavía recuerdo mi garrafal error gramatical, todavía recuerdo a mi madre desternillándose del “ceridos” en vez de “queridos”, todavía recuerdo corregir las minúsculas de “reyes” y “magos” por otras letras de rabo alto; todavía lo recuerdo: lo  único que me salía redondo eran los dos puntos.

Mis cartas estaban llenas de faltas y tachaduras e iban  salpimentadas con algún que otro borrón de tinta. Escribía con plumín de madera, mojaba en el tintero, folio rayado y la mano apoyada en el papel secante para no ensuciar todavía más la misiva. Pedía una sola cosa, casi siempre asequible, casi siempre útil y casi siempre ya comprada de antemano por mis padres: la caja de lápices de colores, o los zapatos “de gorila” con la consabida pelotita, o el jersey de lana para hacer frente al invierno. La sorpresa eran unos caramelos, un silbato, acaso una peonza y, a modo de adelanto de honorarios, entre cinco y diez pesetas. Yo era de pueblo. La televisión todavía una entelequia.

Ahora, por favor, leed esta supuesta carta de un supuesto niño del siglo XXI (ya sé que es mucho suponer) que también conservo en la memoria y que, en verdad, no sé de dónde ha salido: 

“Queridos Reyes Magos: Este año desearía pediros algo especial: convertirme en un televisor full HD. Desearía ocupar su lugar, es decir, tener un sitio preferente en el salón de mi casa y reunir a mi alrededor a todos los miembros de la familia.

“Quisiera ser tomado en serio cuando hablo. Quisiera convertirme en el centro de atención y ser aquel que todos quieren escuchar sin interrumpir ni cuestionar. Y cuando me sienta mal o de bajón, quisiera recibir el especial cuidado que recibe la tele para funcionar a la perfección a la mayor brevedad posible.

“Y tener asegurada la compañía de mi padre cuando llega del trabajo, aunque venga hecho polvo. Y que mi madre me busque cuando esté sola o aburrida, en lugar de dejarme jugar a mi antojo con mis cachivaches. Y que mis hermanos mayores se peleen por estar conmigo a todas horas.

“Y que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no diga más que bobadas de mal gusto, o les cuente chismes de portera, o les hable de política sin tener ni pajolera idea. A ellos todo les interesa. Hasta los anuncios publicitarios de los electrodomésticos que ya tienen y ni siquiera utilizan. 

“Quisiera poder vivir la experiencia y sentir el subidón de que lo dejaran todo por estar junto a mí. Aunque luego me llamasen Telebasura.

“Creo que me he portado bien y que no es mucho pedir. Gracias de antemano”.         

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