Opinión

Eros llama a tu puerta

“Otra vez Eros, el que afloja los miembros, me atolondra, dulce y amargo, irresistible bicho” (Safo)

Basta ya de sufrir! Abrámosle la puerta a Eros y a Afrodita que aguardan como vírgenes prudentes en el rellano de la sensualidad. Que no se extinga el aceite en sus alcuzas. Que no se pierda el deseo del deseo. El amor también es un asunto de glándulas, un manoseo de miradas, una eyaculación en los oídos de palabras sicalípticas. Mientras la vida pasa el placer vela: que no se adormezca como insensata doncella.

Abrámosle la puerta a Eros y a Afrodita que indiferentes al sexo de sus víctimas, pugnan por estuprar nuestras rutinas. Encendamos las velas que disipan las tinieblas del hastío, pongamos la música que exacerba la lascivia, apuremos hasta el fondo la copa del amor y abandonémonos en la embriaguez de sus impúdicas delicias. 

Sí. Que entren Eros y Afrodita. Labios de bienvenida los acojan. Voces en celo los aclamen. Ardan en los pebeteros genitales aromas que enardecen. Que la ropa se deshaga entre los dedos hasta remover la última prenda sobre la carne tersa, que las manos vuelen presurosas sobre la piel que consiente, que los cuerpos se enjunquen, se injerten, desfallezcan.

El amor  no es ciego, cierra los ojos para saborear la ambrosía de la materia prima: las lenguas se detienen al final del torso desnudo o en el último escalón de unas medias negras, se paladea el regaliz de bálano, se liba la savia de la vida, se tañe la campanilla del placer hasta que la dulce rogativa haga brotar de la abisal caverna el salobre néctar.

El amor es una boca atrapada en otra boca, un beso que estalla en otro sexo, unos brazos imantados de erotismo que recorren la rosa de los vientos; el amor es un cuerpo que encaja en otro cuerpo, o lo penetra o lo provoca, o lo disloca en un escorzo imposible de saltimbanqui.

No importa que sea Safo o sea Príapo, no importa que sean viejos sátiros o erráticas crisálidas en la primavera de sus aleteos primerizos: lujuria de mil besos, lubricidad de mil sexos, frases mojadas anegan los sentidos. Conjuremos al homo amantis que llevamos dentro.

No despreciemos la palabra amante porque la hayan manipulado los hipócritas. Amante es el que  ama, no quien regala flores; amante es el que comulga la carne del amado; amantes también son las manos de quienes gozan a solas de sí mismos. En su versión full equipe, amar es la experiencia suprema de la vida. Amémonos sin tasa. Hasta que nos duela el amor de tanto hacerlo.

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