Opinión

Mañana, si es que amanece

De repente se puso todo oscuro. Y a la entrada de mi noche encendiste una cerilla: Pude ver las estancias de mi vida adornadas con recuerdos exquisitos: mi infancia, mi adolescencia, mi primera juventud; lo vivido, lo anhelado,  lo aprendido, lo olvidado, lo sentido, lo sufrido, lo soñado; pude ver nuestra inocencia aún risueña, nuestro primer pecado aún inconfeso, nuestros hijos aún pequeños. Y pude calentar mi abatimiento como la pequeña cerillera del cuento de Hans Christian calentaba sus miserias. Sentí que ya estaba todo hecho. 


Pero la vida parecía darme otra oportunidad. O todo o nada. Y me animé a jugar la última partida. Esta semana hemos ido de nuevo a Madrid, a donde van los pleitos importantes. Luego fuimos a un hotel de  cinco estrellas y un clavo. Para acallar nuestra inquietud bajamos a cenar.  Se te cayó la sonrisa en el vaso donde ahogaba yo mis penas y hube de alzar hacia ti mi desaliento. Jugaba contra mí  mismo en la esquina de los derrotados. Venga, me animaste, aún nos queda mucho por ganar. 


Así que voy a seguir, barajando bien mis miedos para impedir que la de la guadaña me haga trampas. De  momento voy ganando. Siempre he tenido mente de tahúr. Por eso, maldita sea, debo seguir jugando hasta el final aun con las cartas marcadas. Y los del corro a callar, a mirar y si acaso, a repartir sonrisas. Aquí nadie se achica. De momento.
Se aprecian unas manchas en el alma -dijo mi último TAC- que antes no se apreciaban.   No es el mejor escenario para el triunfo. Aun así quiero ahuyentar una vez más mi tristeza y seguir como si nada. Hasta ahora le he ganado todas las manos a la suerte. ¿Y sabes qué?, tristeza es una princesa sin cuento,  un columpio sin risas, un ciego sin bastón, un parque sin enamorados, un mar sin orillas, un amanecer sin motivos, una estación sin anden, un reloj sin agujas, un barco sin estela, un avión encerrado en un hangar, una espina sin sangre, una muerte sin dejar legado, una vida sin tenerte ti. No es mi caso.
Mañana, si es que amanece, saldremos juntos a recorrer el tiempo que nos quede. Yo seguiré jugando día a día en los garitos, como siempre. Y tú me seguirás haciendo señas. Hasta que nos echen.  

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