Opinión

OUTIS, OUTIS

Outis, (“Nadie”, “Ningún hombre”) fue el nombre que dijo Ulises cuando Polifemo le preguntó cómo se llamaba. Emborrachó al cíclope con vino peleón y mientras dormía la moña le clavó una estaca en el único ojo que tenía en mitad de la frente. Cuando acudieron en su ayuda los demás cíclopes Polifemo se desgañitaba porfiando en que “Nadie” lo había herido, “¡Nadie!”. Pensaron que lo habían abandonado los dioses y que se había vuelto loco.

En estos días, en todos los diarios, epidemia de incertezas; en todos los noticiarios funerales de la verdad; en todas las tertulias Odiseos todo a cien embriagándonos de información insustancial: ¿Y si mi hijo se contagia en el colegio, quién asume la responsabilidad? ¿Pueden estar veinte alumnos en un aula, pero al salir al recreo no se pueden reunir más de diez? ¿Qué debe primar, el derecho a la salud o el derecho a la memez? “Outis”. “Nadie”. Todos informan. Pero nadie aclara nada.

opi_04-09-2020

Algunos de los que tuercen más el morro son los padres que ayer mismo llevaban sus hijos a la piscina, al centro comercial o la fiesta de cumpleaños y ahora dicen que abrir los colegios va a significar una escabechina. Apuesto que son los mismos que durante el confinamiento recurrían al perro para poder salir a pasear, y ahora recurren al niño para quedarse en casa tocándose el badajo o la campana. Los hay que podrían presentarse al festival de cine de Venecia: el docudrama promete: “Yo no quiero mandar mis hijos al colegio y al mes siguiente estar enterrando a mis padres”. Claro que no. Tú lo que quieres es que tus padres te los cuiden y tú, vengan días y caigan ERTE.
La vida es un campo de alambres. La educación es un campo a través. Hay que ir sorteando los obstáculos pero confieso que estoy entre Pinto y Valdemoro. Antes, cuando no sabía de qué palo ahorcarme, me fiaba del “seny” catalán, de la “seriotasuna” vasca, del “sentidiño” galaico. Ahora, tras escuchar a Fernando Simón, a la ministra Isabel Celaá, a la presidenta Isabel Ayuso, al papito Miguel Bosé y al coño de la Bernarda, me fio más de los chinos.

¿Qué dice esa muchedumbre silenciosa y trabajadora que, ora desde la sordidez de un portal en Malasaña, ora desde las vidrieras de un rascacielos en el centro financiero de Madrid ven las comparecencias de los mandamases de los diecisiete desgobiernos? Dicen que no se fían. Que tienen miedo a llevar a sus peques al colegio. Que no existen “plotocolos selios”. Que en China manda Xi Jinping y todos obedecen. Y que aquí mandan todos y sólo obedece “Outis”.

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