Opinión

Pase lo que pase, esto no pasará

El rey dijo a los sabios de la corte: “He encargado un precioso anillo, tengo un excelente diamante, y quiero guardar en él algún mensaje diminuto que pueda ayudarme en momentos de desesperación total”. Sus oyentes eran grandes eruditos capaces de escribir extensos tratados, pero no lograron componer un escueto mensaje capaz de ayudar al rey en un escenario tan desesperado. Un anciano sirviente, sin embargo, se ofreció a ello. “Pero no lo leas –le dijo-, mantenlo oculto en el anillo y ábrelo tan sólo cuando no le encuentres salida a una situación desesperada”. El momento no tardó en llegar: el territorio fue invadido y el rey perdió el trono.

Huía en su caballo tratando de salvarse, pero de pronto llegó a un lugar donde el camino se acababa y no había salida. Podía oír el griterío de sus enemigos pisándole la vida. Se acordó entonces del anillo. Lo abrió, sacó el papel y leyó el mensaje: “Esto también pasará”. Sigue esta historia -que leí en algún libro de ocasión-, con que un gran silencio se cernió sobre la zona y los enemigos del rey se perdieron en el bosque. El rey se salvó y aún pudo reconquistar su reino. 
¿Será éste el colorín colorado que espera el Sr. “Rajado” y sus ínclitos adláteres, para resolver el problema de la secesión catalana? ¿Creerá que todo se arregla sentándose a la puerta de la Ley para ver pasar el cadáver de su adversario? Mucho tendrá que esperar entonces, barrunto, porque son multitud los que ven sangre en pan cada vez que sale este señor por el plasma.

Otros se descojonan, claro, al ver que no tiene pajolera idea: “¿Y la europea?”, bizqueaba el otro día en la entrevista que le hizo Carlos Alsina, preguntándole –manda cojones- él al susodicho plumilla si los catalanes iban a perder esta nacionalidad, ya que la española no podían perderla por haber nacido en España y porque así lo consagra la Constitución. “¿Y la europea?”, balbuceaba desconsolado. Pobre hombre –pobre de argumento, de espíritu, de gobierno-. “Y la europea tampoco, porque son españoles”, lo liaba Alsina. “Huumm… este… bueno…, no es momento para disquisiciones”, o algo así, terciaba el ex-regidor, que, a lo que se constata, tampoco sabe regir un carajo los trasuntos catalanes. No es que tenga un plan B si gana “Junts pel Sí”, es que no tiene ni siquiera pundonor, si a estas alturas aún tiene así de claras las carencias. Allá que se fue el ministro – el de Exteriores, para dar carta de naturalidad al gualdrapas de Oriol y a su polichinela secesionista- a tratar de enmendar la plana en un debate televisado. Pero “Tirofijo” le esperaba con códigos, artículos y sornas, e hizo, cuando menos, tabla rasa.


“Coleta morada Iglesias”, “Condón roto Mas”, “Toro pasmado Sánchez”, “Caca de la vaca CUP” y demás señaleros de humo (de indios nada, éstos solo son meros payasos, dicho sea en el más triste concepto de la palabra) han estado imitando a los pieles rojas en estas elecciones autocómicas: “Tu no servir para nada”, “yo ser la hostia”, “este no querer chupar polla de la paz”, etc. Coreados por sus monos: huj huj, haj haj, huj huj, yo diría que han estado jugando a ser Tarzán , cuando es España la que pende de la liana; la que se balancea en el abismo; la que, en fin, puede romperse la columna vertebral y quedar tetrapléjica.


 Por eso, pase lo que pase hoy, 27 de septiembre de 2015, día de la ignominia, con este juego de tronos y de tontos, esto no pasará así de fácil. Se ha exacerbado el odio, se ha propiciado la incomprensión, se ha suscitado la impaciencia. El sentimiento secesionista todo lo impregna. El enemigo está dentro y, a la vez, es el que huye. Esto no lo resuelve un mensaje en un anillo. Payasos, que son unos payasos. 
 

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