Opinión

Retórico silencio

La verdad triunfa por sí misma –decía Epícteto-,  la mentira necesita siempre complicidad”. Por eso los políticos inventan el rumor, los plumillas lo difunden y los ciudadanos lo hacen suyo sin reparos. Y luego está el periodismo militante, que no es periodismo: es proselitismo mercenario. 

Progresista, oficialista, sensacionalista, libre, temática, independiente… demasiadas acepciones para enmascarar los tejemanejes de la prensa. La prensa ha de ser veraz. Punto. Los medios de comunicación no pueden ser medios de manipulación. Nunca. El de la honestidad es el único papel que les es dable jugar, so pena de ser aniquilados por las redes sociales que hace ya tiempo huronean en el reducto fáctico. 

Hoy las ruedas de prensa son ruedas de reconocimiento de favores, donde ruedan las componendas y se comulgan ruedas de molino; las entrevistas no se conceden, se negocian; y el fondo de reptiles es un pozo sin fondo donde se ahoga el periodismo de investigación.  

Ha tenido que ser una descendiente de Túpac Amaru I, el último inca de Vilcabamba, de cuyo linaje poco se sabe  precisamente porque antes de la conquista española no existía la escritura, la que ha puesto el punto sobre la íes. Y el dedo sobre la llaga. “Es la primera vez que no nos dejan levantar la mano para preguntar”, ha dicho a voz en tímpano la joven periodista chilena Julia Arana en la rueda de prensa (así llaman a la fugaz aparición “pactada” a dos preguntas por compareciente) de Pedro Sánchez y el secretario general de ONU, António Guterres, sobre la cumbre del Clima de Madrid (COP25) el día de la inauguración.    

La generación millennial chilena le perdió el miedo al toque de queda, uno de los símbolos de la era Pinochet; basta ver sus enconadas protestas callejeras contra el neoliberalismo.  Con mayor razón le pierde el miedo al toque de atención de nuestros politicastros para que no pueda una periodista acreditada alzar la mano y preguntar libremente lo que le salga del bolígrafo. 

Comienza a cundir la sospecha de que algunos medios de comunicación en nuestro país, son todavía más perversos que los partidos políticos. Los periodistas españoles tienen que salir cuanto antes del armario de la complacencia. Pedro y Pablo hicieron un Judas sellando con un beso un desgobierno de coalición y no permitieron ni una sola pregunta acerca de sus recíprocas felonías. Y los plumillas tragaron. Y aquí seguimos, alimentando la especulación. Y el desvarío. 

Siempre se ha dicho que el papel todo lo aguanta, y es verdad; también lo es, el que todos jugamos un papel en esta vida; y que algunos se la cogen con papel de fumar; lástima que el papel impreso, y el plasma digital, no sirvan para denunciar el retórico silencio de quienes amordazan las palabras.

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