Opinión

Yo no había nacido

Todo lo que escribieron los poetas, todo lo que discurrieron los científicos, todo lo que diseñaron los arquitectos, todas las lenguas que se hablan en el mundo, todas las fórmulas que se aplican, todo lo que existió y todo lo que existe: Google, la Nasa, la Capilla Sixtina, o las Pirámides; todos los que han dado su vida por una causa, todos los museos, todos los palacios, todas las basílicas, todas las pinacotecas, todos los Pasteur, los Darwin, o los Confucio…Todos y todas los que hoy vivimos, como jamás antes nadie en la historia del planeta, nos aprovechamos de la impronta que han dejado otros que ya nos precedieron. El presente se sustenta sobre el pasado. La vida sobre la muerte.

“Yo no voté la Constitución”, rebuznan las juventudes populistas e independentistas (fango de la misma riada) pasándose por la entrepierna la Transición y exhibiendo un negacionismo tan zafio como su cultura. Claro que no, malparido, tampoco conquistaste las Canarias, ni luchaste contra los franceses, ni arrebataste la Alhambra a Boabdil, ni votaste entrar en la OTAN. Pero bien que te bronceas en Maspalomas, alardeas de tu albedrío independentista, puedes ser gay o lesbiana y vives a resguardo del ISIS.

Todavía está caliente la sangre de las víctimas de ETA, todavía presentan arritmias los corazones de nuestros abuelos por las bombas de la Guerra Civil, todavía palpita en nuestras arterias la emoción del perdón que nos hemos concedido, y ya está el hurón del rencor latiendo en la cueva de la concordia. A cada generación una Constitución, a cada ocurrencia un referéndum, a cada pendón un país; eso es lo que quiere la progresía. Mucho “República”, mucho “liberté, égalité, fraternité” pero en Iparralde, país vasco francés, los euskaldunes ni se menean; y en la “Catalunya Nord”, allende los Pirineos, los catalalufos bien que bajan la cerviz. 

Desde el rey abajo ninguno está por encima de la ley. Y menos estos imberbes e insípidos novatos con sus mentiras alternativas, su desprecio a las Instituciones y sus ansias de hacer cascotes la unidad territorial de España; que ni fueron a la guerra, ni padecieron sus consecuencias, ni lucharon por la libertad; que tienen el umbral del sufrimiento por debajo del nivel del mar y que no han tenido ni arte ni parte en el entierro de la dictadura. No. No se conquistó la libertad para volver a ser esclavos del cainismo. 

“Yo no había nacido”, alega desde su bisoñez esta conjura de necios cuestionando el actual modelo de Estado que otros hemos votado en su día. Y eso qué importa ¿acaso alguien te pidió tu parecer para traerte a este mundo? Entonces muérete, cabrón, y déjanos vivir en paz, esa paz que tanto nos ha costado conseguir a todos los que os hemos precedido. 

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