Opinión

El uso de las mascarillas y las válvulas de exhalación

(Manuel Martínez Domínguez, presidente del Sindicato de Veterinarios de León)

Tras dos días festivos de obligado confinamiento, semidesabastecidos, a primera hora del Sábado Santo los leoneses, como me imagino que habrá sucedido con otros muchos ciudadanos de la geografía española, hemos salido en tromba al supermercado.

Diez minutos antes de que abriese una famosa cadena de alimentación de mi barrio, ya había una larga cola que ocupaba la mayor parte de la zona de aparcamiento. Eso sí, las personas que allí esperaban guardaban una distancia prudencial de seguridad entre ellas.

A las 9 en punto, cuando se abre la puerta, entran gradual y lentamente manteniendo la distancia mientras se ponen los guantes de plástico. Pero una vez dentro del establecimiento, a los pocos minutos, ya se ven las aglomeraciones en varias zonas, sobre todo en la frutería, la gente ya está totalmente revuelta y unos cerca de otros.

Llama la atención que todo el mundo lleva mascarilla y los guantes de plástico que obligatoriamente les han instado a ponerse a la entrada. Vemos mascarillas de todo tipo: de papel, quirúrgicas, de tela casera, etc. Pero entre ellas, sorprende el gran número de personas que portan mascarillas autofiltrantes (FFP1, FFP2 y FFP3), la mayor parte de ellas con válvula de exhalación, con el grave riesgo que ello conlleva. Si alguno de los portadores de ese tipo de mascarilla tuviera algún patógeno en sus vías respiratorias, especialmente el coronavirus SARS-CoV-2, estaría esparciendo el COVID-19 por todo el supermercado. Curioso que la mayor parte de los sanitarios no dispongan de ese tipo de mascarillas y el resto de la población las porten tan ufanos.

Mascarillas por otro lado con solera, pues a juzgar por su aspecto, dan la sensación que se llevan usando (sin renovarla, ni esterilizarla) desde el inicio del confinamiento. No digo que tengan colonias de coronavirus, pero no cabe ninguna duda de que tienen familias, con primos y sobrinos, de toda clase de gérmenes, incluidos otros tipos de virus, hongos y bacterias. Muy higiénico todo ello.

También resulta muy llamativo cómo los usuarios, una vez perdida la distancia social, van cada uno a lo suyo, sin mirar a los demás, eligiendo productos de las estanterías, manoseándolos, y no convencidos de ellos, volviéndolos a poner en su sitio.

Antes de abundar en el objeto del artículo hago una primera reflexión: si esto se observa a primera hora, cuando se supone que hay más orden y control, qué no se verá al final del día, cuando por los altavoces repiten machaconamente: “Este supermercado permanecerá cerrado mañana domingo". Es precisamente en estos días de alarma sanitaria cuando las grandes cadenas de alimentación deberían haber ampliado los horarios y los días de apertura para reducir la sensación de desabastecimiento entre la población, mantener unos aforos de seguridad que mermen las aglomeraciones y minimicen el riesgo de contagio entre sus clientes y, como no, para proteger la salud de sus propios trabajadores, dotándoles, eso sí, de los equipos de protección individual y de las medidas de carácter organizativo pertinentes.

Pero volvamos a la parte mollar de este artículo: la protección respiratoria mediante mascarillas. Según marcan los protocolos de seguridad frente a la exposición al SARS-CoV-2: “Con el fin de evitar contagios, los casos posibles, probables o confirmados deben llevar mascarillas quirúrgicas.

En el caso de que llevasen en lugar de una mascarilla quirúrgica una mascarilla autofiltrante, en ningún caso ésta incluirá válvula de exhalación ya que en este caso el aire es exhalado directamente al ambiente sin ningún tipo de retención y se favorecería, en su caso, la difusión del virus.

Las mascarillas quirúrgicas deben cumplir la norma UNE-EN 14683:2019+AC:2019)”. Por tanto, las mascarillas autofiltrantes (que deben cumplir la norma UNE-EN 149:2001+A1:2009 o, en su caso, los filtros empleados las normas UNE-EN 143:2001) con válvula de exhalación solo están prescritas para profesionales de la salud (COVID 19 negativos) que tengan que estar en contacto a menos de dos metros con casos posibles, probables o confirmados. El resto de la población debe abstenerse de llevarlas, y mucho menos las no homologadas o las aconsejadas, con filtros específicos, para otro tipo de trabajo: pintores, barnizadores, carpinteros, esmeriladores, etc.

Por cierto, la duración o posibilidad de reutilización de las mascarillas viene establecida por el fabricante en la caja o en la impresión de la propia mascarilla. En concreto  las autofiltrantes son en su mayoría desechables y no reutilizables. Se identifican con una “R” de reutilizable o “NR” no-reutilizable en su cartonaje.

En definitiva, las autoridades sanitarias deberían informar adecuadamente a la población sobre el uso de mascarillas, prohibir tajantemente a la población en general el uso de las autofiltrantes con válvula de exhalación y reforzar los servicios de inspección para garantizar que los puntos de mayor contacto social en la actualidad (tiendas de alimentación de todo tipo) cumplan rigurosamente lo establecido en las normas de seguridad alimentaria, y apliquen la “Guía de buenas prácticas para los establecimientos del sector comercial” editado conjuntamente por el Ministerio de Sanidad y el de Industria, Comercio y Turismo.

De lo contrario, si no se siguen estas pautas, corremos el riesgo de dispersar cada vez más el coronavirus y retrasar letalmente la desescalada o desconfinamiento.

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