Opinión

Aníbal Asenjo Novoa

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El jabalí (xabarín, Sus scrofa, “montañoso”) es un mamífero artiodáctilo de la familia de los suidos. Su distribución original se corresponde con gran parte de Eurasia y algunas zonas del norte de África, si bien ha sido introducido por el hombre en América y Oceanía. El unto de “porco bravo” se emplea para curar el fuego ardiente (denominación popular del ergotismo); los dientes se utilizaban como amuleto protector: se ataban en la mano de los niños para protegerlos “do mal de ollo e outras doenzas”. “Miña nai botoume fóra/ por enriba dun tellado;/ vaite, miña filla, vaite,/ vai tornar un porco bravo”. 

Aníbal Asenjo Novoa nació un 18 de agosto en Betanzos, la “ciudad de los caballeros” y se parece al jabalí por su fortaleza, su ímpetu y en que siempre va de frente. Caracterológicamente hablando, Aníbal es atlético, líder y compartidor de todo aquello en lo que él es feliz. Hombre de manada, pero totalmente opuesto al “xabarín” en que es muy selectivo y tremendamente analista a la hora de reflexionar hasta las decisiones más intrascendentes, a Aníbal Asenjo no todo le da igual y no entiende la creatividad basada en la indisciplina y la ausencia del rigor absoluto. Casado con Ángeles “Mamá”, los dos son posiblemente la esencia de aquellos jóvenes emprendedores de la restauración y ocio de las décadas de los sesenta-noventa.

Fundador de entrañables establecimientos que formarán parte de la historia ourensana como Chocolatería Maika, Discoteca 3A, Atlantes, Supermercado Maika, Mesón Casa Aníbal, representaciones de alimentación, etc. Todos ellos fueron grandes novedades como corresponde a un buen emprendedor como fue Aníbal Asenjo. Músico en sus años mozos en Los Celtas, Tropical y coralista de siempre del Orfeón Unión Orensana, Aníbal lleva en la sangre la amistad de la música de la que nunca estuvo separado del todo y en la que demuestra su categoría y formación en la misma. 

A Aníbal le gusta cocinar, la gente, la fiesta y las reuniones con sus amistades, es muy manitas y tremendamente amante de sus hijos Aníbal, Ángeles y Cristina, su yerno Nicolás y su nieta Mara. Sus colores son el azul y el marrón, sus árboles son el olmo de Royuela y los “carballos” del campamento; su forma de vida, caravanista histórico, y un lugar, Royuela de Río Franco, donde con su acordeón es muy popular y querido cuando aparece por allí.

Aníbal Asenjo, que es súperservicial y muy generoso, tiene una rareza, que consiste en calentar por dentro de mil maneras las tazas de café. Le gusta hacer crucigramas y lo único que no soporta es la gente fanfarrona y quisquillosa. A mí me recuerda a Mario, el protagonista de “Martha” , que es una encantadora cocinera que realiza verdaderas obras de arte en un pequeño restaurante de Hamburgo. Aun así, su vida es bastante monótona. Es introvertida, casi no tiene vida social y se dedica con pasión a su trabajo. Pero su vida cambiará de repente cuando su hermana, una mujer soltera que vivía sola con su hija de 8 años, muere en un accidente. Martha se hace cargo de su sobrina Lina, que sufre mucho por la muerte de su madre y sólo la presencia de Mario, un compañero italiano de Martha, pondrá un poco de alegría y de pasta en sus vidas. 

A Aníbal y a su Ángeles les conozco de siempre, las dos familias compartimos inolvidables vivencias en las acampadas, los viajes en caravana y las reuniones con los amigos. Hubo una época en la que el trabajo no nos dejaba apenas tiempo pero, lo que es la vida, ahora, en el tramo más sereno de nuestra existencia seguimos en la brecha de nuestras aficiones entre las que todos los lunes del año, y con la imprescindible complicidad de Tomás, Feijoo, Alfonso, Celso y (cuando quieren) Daniel y Paco, disfrutamos como en los sesenta de nuestra música con los amigos del Andén. ¡Y que dure!

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