Opinión

Esteban Plaza Gómez

El unicornio siberiano, de nombre científico Elasmotherium sibiricum, es un rinoceronte asiático que habitó principalmente en Rusia y Asia Central. Se cree que pudo originar las leyendas en torno a esta criatura fantástica, pues era llamado “unicornio gigante”. Anteriormente se creía que se habían extinguido hace 350 mil años, pero una nueva investigación de académicos de la Universidad Estatal de Tomsk, en Rusia, publicada en 2016, descubrió que en realidad dejaron de existir hace 29.000 años. Esto quiere decir que convivieron con los humanos durante varios milenios, pues los fósiles más antiguos de nuestra especie en Siberia datan de hace 45.000 años, de acuerdo a la cadena de noticias Fox News. Estas criaturas solían medir alrededor de dos metros de alto por 4,5 de largo. 

Esteban Plaza, como el unicornio siberiano, es un ejemplar histórico, inextinguible y sobre todo poseedor de una fuerte personalidad que, unido a su inigualable y portentosa voz y picaresca simpatía, siempre le dieron un cierto aire de hombre-niño, capaz como el unicornio gigante de imponer su fuerte presencia y también por su sencillez, de hacer sentir a los demás ese sentimiento que solo algunas personas mantienen con el pasar de los años, la sinceridad y la auténtica esencia de la niñez. 

A Esteban Plaza le conozco desde siempre. En el parque de las Mercedes poseímos y disfrutamos de la calle; al lado de los bomberos, vivimos la enseñanza de los mas fuertes y en aquellos adoquines de áspero granito aprendimos a superar y a luchar por lo que más tarde nos depararía la vida.

Siempre tuvo muy claro que la creatividad sería el componente mágico de su estilo de vida, y así ha sido. Histórico de la radio, publicista de éxito, notable empresario, actor y escritor. En todas las facetas, además de inteligencia y esfuerzo, siempre ha sido un derroche de ingenio e inventiva, lo que le ha permitido ser siempre un hombre satisfecho y muy feliz.

Dueño de un lenguaje irónico y retranquero, amante de la buena mesa, entusiasta del billar, viajero impenitente, sibarita de nacimiento, loco por la música, Esteban Plaza solo ha priorizado sobre todas las cosas a la familia, en la que con Esperanza (su motor y guía) ambos siempre han sentido esa complicidad necesaria para conseguir la autentica felicidad.

Es aparentemente distante por que es muy celoso de su privacidad, pero en las distancias cortas y en la intimidad es sencillamente adorable, alegre, bromista y de agudas e ingeniosas frases, sobre todo cuando en compañía de Vicente Sancho Justé disputaban de aquellas históricas partidas de billar en la que los dos eran entrañables rivales.

A mí, Esteban, por su estampa y gestual sonrisa, siempre me recordó a Clark Gable (pero sin sombrero) en “Sucedió una noche”, de Frank Capra, donde con Claudette Colbert interpretan a dos personajes condenados a entenderse, él un simpático y atractivo reportero que busca una buena historia. El azar y las circunstancias unirán a los dos en un accidentado y divertido viaje. Las chispas que despiden los encuentros entre el simpático Clark Gable y la encantadoramente Claudette Colbert se convierten para siempre en inevitables y emocionantes recuerdos. 

Porque conozco muy bien a Esteban y porque he pasado muchos y muy inolvidables momentos con el y su familia, se que es además el gran romántico de una exitosa y extraordinaria generación de comunicadores ourensanos; para ejemplo, una poesía de “metástase de paixón”, dedicada a su esperanza: “Ven, andoriña furtiva;/ pousa en min o teu biquiño de deusa;/ fai a maxia necesaria/ porque quero ter/ esa meudiña gloria pertencida”. 

Esteban Plaza, quizá, ¡el último romántico!

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