Opinión

Jacinto Seara Amigo

La paloma bravía (Columba livia) es una especie de ave columbiforme de la familia Columbidae, nativa del sur de Eurasia y el norte de África. Duerme en los salientes de los acantilados, pero nunca en las ramas de los árboles y es conocida por su capacidad para poder orientarse y encontrar el camino de regreso a su hogar desde grandes distancias. Pocas aves han tenido tanto contacto con los seres humanos como la paloma bravía (Wikipedia).

Jacinto Seara Amigo, es en mi Feira do Sete, un personaje muy especial, como la paloma. Tiene alma de viajero audaz, emprendedor vocacional y por su curiosidad innata de todo lo que su formidable imaginación le permite, estoy seguro que sería el primero en enrolarse en uno de estos viajes a Marte que cuentan que ya se están comercializando. Es un gallego nacido en Santiago, que por los años sesenta dejó su querida Galicia y emprendió en Madrid su camino universitario para estudiar física nuclear. No conforme, en los setenta decidió cursar la carrera de Informática. Es también diplomado en Comunidades Europeas por la escuela diplomática. En el 78 le fue otorgado el premio Guide Ibérica IBM. Después de su trabajo por América, Europa y, por supuesto Portugal y España, retorna finalmente a su tierra gallega en busca de la tranquilidad y la vida en familia, algo que como la paloma bravía, para Jacinto Seara es lo primero en su enriquecedora escala de valores.

Cuando se está conversando con Jacinto, te da la impresión de que está algo distante, inaccesible, incluso un poco envarado, como si su lenguaje causase alguna barrera por su capacidad intelectual, pero ese efecto dura solo unos segundos, pronto se desvanece y deja paso a su autenticidad dado que es sencillamente encantador, exquisito en su educación y modales y sobre todo franco y muy sencillo.

Hace 53 años que esta felizmente casado con Mercedes González Seara, su Mercedes. Eran primos, no se llevaban muy bien, pero un buen día en las fiestas del Carmen en San Pedro da Mezquita, empezaron a bailar “Marina, Marina”, y aquella hermosa canción italiana contribuyó al milagro de esta tierna pareja. Solo tienen una hija, Montserrat, mujer muy inteligente y realmente encantadora, casada con un deportista de élite (no lo citaré por respeto a su privacidad) y que cuando puede, pasa algunas temporadas en nuestra provincia como uno más del pueblo. Tiene también dos nietas, Claudia y Ágata, y forman esa familia típica ourensana que en el otoño de una vida muy viajera e intensa buscan la tranquilidad en donde realmente tenemos la suerte de tenerla. 

A Jacinto Seara le encanta bañarse en el mar y los huevos con patatas fritas panaderas. Es muy meticuloso y repite siempre las acciones por el mismo orden. Es de amistad sincera y libre y rechaza la hipocresía. Como muchos ourensanos, añora el Vigo de los sesenta. Su color es el azul  y como utopía sueña con lograr un almacén inteligente en competencia con la Coca Cola, Chrysler o la Siemens; también le gustaría viajar a Helsinki y poder caminar por el Báltico (por supuesto helado).

Jacinto Seara me trae a la memoria a Srinivasa Ramanujan, en "El hombre que conocía el infinito", un matemático indio que desde la Universidad de Cambridge y con importantes avances, comunicaciones y contribuciones que ve que chocan con obstáculos que dificultan su genial labor.

A Jacinto y a su familia les conozco hace ya mucho tiempo, todos ellos son un fiel reflejo de sereno rigor. En su casa en San Pedro da Mezquita hay un portón coronado por un dintel sobre el que reposa un hórreo o cabaceiro que adelanta que en su interior mora una familia de sólidos principios y equilibradas costumbres, lo que también es mérito de un hombre cuyos logros en el campo de la ciencia y las matemáticas nunca le han impedido tener los pies muy en su tierra y el corazón en su familia.

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