Opinión

Luis Cepeda Vicente

El capuchino del Japón, manón (Lonchura striata domestica, gorrión de Japón) es un pájaro muy sociable, al punto que acepta una apacible convivencia con otras especies. Según un trabajo, realizado por científicos de la Universidad de Emory, los músculos vocales de los pájaros cantores funcionan como los de los cantantes humanos; la investigación mostró que en estas aves, cada uno de los músculos vocales puede cambiar su función para ayudar a producir diferentes parámetros de sonidos de manera similar a como lo hacen los de un cantante de ópera entrenado. Así, para la afinación, por ejemplo, este ave no dedica un solo músculo sino que “activa un montón de músculos diferentes en concierto y realiza cambios distintos para diferentes vocalizaciones", explica Samuel Sober, biólogo de dicha Universidad y autor principal del estudio.

 Luis Cepeda Vicente, que nació un mes de mayo en Madrid, es como el gorrión de Japón un ser sociable pero muy “especial”. Arquitecto de profesión, vino a Ourense por casualidad, y aunque ejerció con normalidad la arquitectura, en el fondo de su corazón siempre sintió la necesidad de vivir la música, y es aquí donde hace 22 años le aflora ese especial sentido de la afinación, que al contrario del gorrión, salvo excepciones, apenas utiliza para cantar, sino que su creatividad la encauza a la construcción de aviones de aeromodelismo, instrumentos musicales, bandurrias, cuatro venezolano, etc. y donde sus guitarras suenan de manera sublime y celestial, quizá recordándole aquella rota que de niño vio por dentro y se negó a perderla.

Guitarristas importantes como David Russell y Marcos Díaz tienen una guitarra suya. Su logo, una C de Cepeda, se lo hizo su amigo el pintor Ocaña Martínez. Las fiestas musicales en su casa son únicas, una excelente comida preparada por su mujer y después los amigos presentes tocando y cantando. Entre ellos suelen estar María do Ceo y su marido Pepe, Manuel Brañas, Marcos Díaz, Daniel Bouzo, Carlos Lastres (de Etiqueta Negra), Javier el Moro (antiguo componente del Combo Belga), el cantante y guitarrista brasileño Fred Martins, etc., 

Luis Cepeda disfruta de todo tipo de música si es buena; es serio, pero le gusta la juerga. Respetuoso, culto e inquieto su constante es aprender. Le encantan los caballos, perros, toros, pájaros y todos los animales. Casado con Encarna, una inteligente y bella mujer, tienen dos hijos, María y Luis, y en su casa se respira un clima de absoluta independencia de influencias socio-culturetas al uso, no hay tele, tiene manía al móvil y la conversación siempre se hace fluida en un entorno de agradables sonidos enmarcados por libros e instrumentos musicales. Amante de la lamprea, no le gusta el conejo, valora sobre todo la seriedad y no soporta jamás que se hable mal de nadie. 

A mi Luis Cepeda, por su carácter y fisonomía, me recuerda al coronel Nicholson (Alec Guinness) en “El puente sobre el rio Kwai”, cuando unos prisioneros británicos reciben la orden de los japoneses de construir en plena selva un puente de ferrocarril sobre el río en Tailandia. Nicholson, que es un típico oficial británico que busca una forma de elevar la moral y las condiciones físicas de sus hombres, ve el puente como una forma de conseguirlo, teniéndoles ocupados en la construcción y sintiéndose orgulloso de la obra y de la autoestima de sus soldados.

A Luis Cepeda le conocí por Daniel Bouzo; me lo presentó un día, creo que en Moreiras, con Celso Gómez. Me pareció un hombre especial, de los que no florecen como las setas, de esas personas silenciosas que solo se pueden valorar a través de su personalidad, sus obras, sus elegantes sonidos y que a diferencia del gorrión del Japón no se hacen notar por la algarabía de su jolgorio, sino que en su presencia siempre prevalece el buen estilo, la educación y la clase del lutier amigo: Luis Cepeda.

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