Opinión

El cine en Ribadavia

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photo_camera Fidel Davila, Antonio Chao y Raimundo Pérez en el Cine España.

El maravilloso invento de los Lumiére no se hizo esperar mucho en Ribadavia. El considerado séptimo arte se hizo pronto itinerante y popular, porque la “carpa cinematográfica” tuvo un rápido lugar entre los ilusionistas, magos y feriantes que se reunían en los lugares destinados para presentar sus actuaciones. Así en el programa de las fiestas del Portal (1901) se anuncia la exhibición en el campo de la feria de un cinematógrafo, colección de vistas, un tio-vivo y un fonógrafo. Justo un año después, El Ribadaviense informa: “Con extraordinaria concurrencia sigue exhibiéndose en el Teatro el Cinematógrafo, invento prodigioso del siglo XIX. Esta noche último día de función y el programa ni puede ser más escogido ni más variado. “Los milagros de Abraham” y “Quo Vadis” y otros de magia muy sorprendentes” .

A lo largo de la primera década del pasado siglo la exhibición de películas será uno de los números más esperados en todos los festejos y por los diarios locales sabemos del paso por la Villa del Cinematógrafo Dumont perfectamente perfeccionado y el mejor de todos cuantos hemos visto en Ribadavia, o de las concurridas proyecciones en el teatro del exconvento de santo Domingo por parte de las empresas Fraga, Rodríguez y Vázquez.

En 1912 el ribadaviense Jesús Sánchez da el salto cualitativo y construye junto al castillo el Salón Teatro, la primera sala estable que hubo en la capital del Ribeiro. Simultáneamente el coliseo seguía con sus proyecciones y los vecinos para diferenciar ambas salas llamaron al recién inaugurado “El cine de d. Jesús”. Pese a contar con la “última palabra en esta clase de aparatos” era frecuente la falta de fluido eléctrico en plena proyección, lo que provocaba la reacción del público quien, acompañado de un rítmico pataleo, reclamaba a viva voz: “don Jesús, que veña a luz, don Jesús, que veña a luz.”

En 1924 el general Siro Alonso, ribadaviense consorte por su matrimonio con dña. Celeste Gallego, inaugura, con un aforo de 400 localidades, el Cine España. Tres años más tarde se hacen cargo del negocio los entusiastas e inteligentes jóvenes E. Dávila y Raimundo Pérez quienes, con el fotógrafo Antonio Chao en un segundo plano, aparecen en la imagen. Comienza entonces una fecunda actividad en esta sala que no se limitó a la proyección de cintas, sino que funcionó también como escenario teatral, donde actuaron compañías dramáticas y Emilio Canda estrenó su obra Vivir la vida. Fue también un concurrido local de conciertos en el cual el maestro Brage dirigía El Cuadro Lírico, siendo memorables las representaciones de Bohemios y La Revoltosa por jóvenes y gentiles señoritas de la Villa; en Noche Vieja, La Candelaria y Carnavales se convertía en un concurridísimo salón de baile y fue el engalanado comedor donde “La Parra” sirvió el banquete con el que se obsequió al presidente de la Real Academia Gallega, el ribeirán de San Clodio d. Eladio Rodríguez.

En 1934 el industrial Castor Santoro, en los sótanos del edificio de la Banca Nogueira, abre las puertas del Cine Principal con La muñequita de Viena, de Anny Ondra, y en la década de los cincuenta, Francisco Fernández construye el Cine Río que se estrenaría con El mayor espectáculo del mundo. Como curiosidad recordamos los palcos que para uso exclusivo de los propietarios de los salones arrendados, la familia Nogueira en el Principal y doña Celeste en el España, se mantuvieron hasta el cierre de los mismos.

Estos cines por su número nos equipararon con muchas capitales de provincia y sus variadas carteleras le ponían un punto cosmopolita a Ribadavia. Los tres funcionaron diariamente, los días de feria doblaban las sesiones y cuando había un ¡Grandioso Estreno! los coches de línea reforzaban sus servicios. Se mantuvieron hasta bien entrados los noventa, cuando definitivamente cerraron sus taquillas y en todos, cuando ya iniciada la sesión se producía el “interruptus” sonaba, coreada por el respetable público y con un fondo de pataleo la vieja cantinela: “don Jesús, que veña a luz, don Jesús, que veña a luz.”(bis)… (bis)…

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