Opinión

Javier de Burgos, 100 años

En la exposición titulada 180 Anos de Historia Provincial que organizó la Diputación ourensana, Javier de Burgos ocupaba uno de sus paneles centrales como responsable de la actual división provincial de nuestro país.

Javier de Burgos Olmo, granadino, político y escritor que llegaría a ocupar un sillón en la Real Academia, fue por su ideología liberal perseguido por el ominoso Fernando VII, por lo que huyó al extranjero instalándose en París. A su regreso tras la muerte del rey felón, preside durante la regencia de Mª Cristina el Ministerio de Fomento, donde instaura el actual mapa provincial español (1833), pergeñado años antes con ligeras modificaciones, durante el Trienio Liberal.

Descendiente suyo es el sainetero gaditano Javier de Burgos Larragoiti, músico y dramaturgo cuyas obras fueron aplaudidas en casi todos los teatros de España y América. En nuestro ámbito geográfico la publicación orensana El Álbum Literario (1890) da noticia del estreno en el Coliseo de la calle de la Paz de la obra Cádiz de J. de Burgos. Años más tarde, el semanario ribadaviense El Avia Ilustrado le dedica los honores de su portada (1898) y ya en el siglo XX, con motivo de las fiestas por la inauguración del alumbrado eléctrico, (1902) El Ribadaviense informa del estreno en el teatro local “del hermoso juguete de J. de Burgos, El novio de doña Inés”.

Hoy, lo mismo que sucede con las obras de tantos escritores, sus piezas teatrales son pasto del olvido, pero dos de sus sainetes líricos están enraizados en el imaginario colectivo español de tal manera que aunque ignore el nombre de sus compositores, es capaz de tararear o cuando menos reconocer el fandango, la jota o el zapateado de la celebérrima Las bodas de Luis Alonso, cuyos autores son Gerónimo Jiménez y este J. de Burgos del que nos ocupamos. El callejero de Cádiz, considerado tradicionalmente como una magnífica lección de literatura e historia, le dedica una de sus principales arterias a uno de sus más preclaros hijos.

Sobrino del sainetero es su homónimo J. de Burgos Rizzoli, conocido como El Poeta de los sonetos, licenciado en ciencias exactas, maestro nacional y dramaturgo que estrenó mas de 140 comedias y dirigió durante varias temporadas el grupo teatral “La Farándula”. Su variada temática incluye asuntos místicos, humorísticos, líricos y paisajísticos y es precisamente en este último registro donde dedica hermosas endechas a Ribadavia.

Hijo del poeta y epítome de sus homónimos es J. de Burgos Alfambra. Natural de Madrid, donde residía en 1936, militó en la Guerra Civil en el bando republicano, por lo que al terminar la contienda fratricida conoció los rigores de la represión franquista.

Con la carrera recién acabada se afinca en Ribadavia, donde contrae matrimonio con Gloria Pousa, formando una numerosísima familia, y ejerciendo la carrera de odontólogo durante 51 años, al tiempo que daba rienda a la herencia genética conformando con Chucho Sánchez y Toñito Rodríguez diversas agrupaciones teatrales que representaban sus obras en los concurridos cines España y Río. La vena creativa la plasma en las numerosas colaboraciones literarias, que lo convierten en todo un “clásico” al que la sociedad local aguardaba en los acontecimientos lúdico-festivos.

A semejanza del tocayo coautor de Las bodas de Luis Alonso, escribe al alimón con el músico Pedro Orovio, director de La Lira, Ribadavia bella flor, el himno oficioso durante muchos años de la Villa del Avia. Presidente de la desaparecida sociedad “La Peña”, aparece asimismo formando parte de las directivas del Club Artístico, siendo como tesorero, en la presidencia de J. Dávila, el encargando de abonar a los herederos de J. Meruéndano, la familia propietaria, las 750.000 ptas. importe de la venta del edificio a la sociedad. Su faceta política nos muestra durante las primeras alcaldías de Jaime Dávila, a un Javier de Burgos concejal, quien remataría su faceta de hombre público como alcalde de Ribadavia en 1991, quedando como legado de su breve etapa al frente del concello, la casa cuartel de la Guardia Civil y el empeño en evitar que los comercios ocuparan las aceras con sus mercancías, emitiendo desde el consistorio unos bandos polémicos en su momento que, evocando en su forma a los del regidor madrileño Tierno Galván, llevaban en el fondo la impronta de Javier de Burgos.

En la reciente edición de la Feria del Vino, la Corporación municipal ribadaviense le rindió tributo con la entrega de una placa de reconocimiento cuando estaba a punto de cumplir los cien años. Hoy, ya alcanzado el “século”, homenajeamos literariamente a este madrileño que, sin perder su acento original, lleva 74 años en su Ribadavia bella flor, a Galicia honor das, tu ribeiro es el mejor de los valles del Señor,(…) Recibió el 26 de mayo de 1915 con las aguas bautismales los nombres de Francisco, Javier, Carlos, Felipe, José, Federico pero, igual que el político decimonónico, el sainetero de Las bodas de Luis Alonso y el Poeta de los sonetos, es para todos Javier de Burgos. ¡Feliz centenario!

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