Opinión

La prensa ribadaviense del siglo XIX

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En el capítulo de la prensa decimonónica de la provincia de Orense, Ribadavia con El Vendaval, editado en 1884, se sitúa como la pionera de las poblaciones fuera de la capital, adelantándose en cinco años a El Eco de Verín a quien diversas publicaciones señalan, erróneamente, como el primer periódico de las villas orensanas pese a que su número inicial no saldría hasta 1889. Este Vendaval, subtitulado Periódico Soplón. Sopla todos los domingos, mostraba en agosto de 1884, su interés por las próximas fiestas patronales exhortando a los lectores al respecto: “No rivalidades políticas, no resentimientos personales, no ya categorías y si siempre, sírvanos de faro, el buen nombre y progreso de Ribadavia”.

Al mismo tiempo y en consonancia con la fecha del día hacía referencia a las fiestas celebradas en la parroquia de La Oliveira: Se organizó el Paseo con un tremendo pasodoble. Tras su recorrido por la población, quemaronse infinidad de voladores intercambiados con varios globos. Al día siguiente la bien organizada banda del sr. Pousa, ejecutó con muchísimo acierto escogidas piezas durante la tarde y noche. Este Vendaval, que costaba 2 reales, fue el de más breve duración de nuestros rotativos. Tenía su administración y redacción en la Plaza Mayor y contaba con un corresponsal en la Arnoya, quien comunicaba las novedades en la vecina parroquia.

Pasado este Vendaval salió a la calle en 1887 El Avia, que, como vemos, también se anticipa en dos años a su colega de la villa del Támega. Será el primero de una serie de periódicos impresa por Máximo Tomé, un nombre clave en la historia de las publicaciones locales. En sus páginas reclama como absoluta e imprescindible necesidad, la construcción de una nueva cárcel y una Plaza de Abastos. Informa en enero de la copiosa nevada el miércoles último, descendiendo las temperaturas a 8º bajo cero y alerta de la presencia de un perro hidrófobo que mordió a tres personas. La administración y redacción estaban en la calle Progreso, el precio del ejemplar era de 0´10 pesetas y José Guntín era su corresponsal en Leiro.

En la última década del siglo tenemos El Obrero (1891). En sus inicios tuvo la redacción y administración en la calle Ancha. Atento a los problemas locales, publicaba artículos de agradecimiento al juez Funes, a quien se debe el arreglo del templo de Santo Domingo, y al diputado señor Bugallal, ya que gracias a él no se suprimió como se pensaba el juzgado de primera instancia de este partido. La necesidad de construir el puente de Castrelo sobre el Miño fue una reclamación constante desde sus editoriales y daba cumplida cuenta de los concurridos bailes de etiqueta en la sociedad El Casino, sita en la Plaza Mayor, y comunicaba que El Soles anduvo arreglando el reloj del ayuntamiento.

El Obrero fue seguido por El Intransigente, Periódico Republicano (1896) desde cuyas páginas don Cesáreo Rivera Abraldes, alcalde intermitente, protestaba entre otras muchas cosas en las que no le faltaba razón, por los abusos por parte de nuestras señoritas, de sus impertinentes sombreros franceses tan monumentales en nuestro teatro, al tiempo que elogiaba al infatigable industrial José Rodríguez “El Pescada”, sargento en la guerra de África, tras la cual se establece definitivamente en esta villa, donde compró fincas y edificó doce casas y puso a tal altura el comercio de ultramarinos, que hoy es el que más compra y exporta. A la sombra de su genio comercial viven veinte familias y su actividad incesante da jornal a muchos artesanos. Si Ribadavia tuviera media docena de caracteres cómo el señor Rodríguez cambiaría muy pronto de aspecto. Anunciaba que en esta redacción se admite niño o niña que sepa leer y escribir y quiera aprender el oficio de cajista y avisaba que la acreditada armería de José Rodríguez Cebada se trasladó para la calle Progreso. El ejemplar costaba 0´05 pts.

El último periódico del siglo es El Avia Ilustrado (1897), preferentemente literario, aunque participaba de los eventos sociales comunicando el fallecimiento en Madrid del marqués de Baamonde, la venta de la casa cuartel de esta villa sita en La Magdalena y la organización de dos comparsas el próximo carnaval: Los criticones y Los golfos aburridos.

Los ejemplares citados en este artículo se encuentran en la hemeroteca de nuestro museo (M.E.R.) y conviertan a Ribadavia, tras la capital, en la más temprana y dinámica de las villas orensanas en el ámbito del periodismo local.

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