Opinión

La tonta de la clase: Celáa

Pasé por una Escuela Normal del Magisterio, y sé que no han cambiado mucho los planes de formación del profesorado. Y, a pesar de las clases de Paidología y de Psicología, salí sin conocimientos para enfrentarme a un alumno con discapacidad intelectual.

Gracias a la presión de los padres con hijos que presentas deficiencias en la comprensión -desde autistas a oligofrénicos, desde síndromes de down a niños con lesión cerebral adquirida- se han ido creando, por toda España, con grandes sacrificios y con pioneros como el doctor Azúa, escuelas especiales, con profesorado capaz, que ayudan a miles de alumnos a luchar contra sus rémoras, en un ambiente pedagógico donde no se sienten discriminados.

Pero la ministra Celáa pretende destruir algo que ha costado tanto esfuerzo construir y quiere -en nombre de un inclusismo ideológico- que esos niños vayan a las escuelas comunes, con lo que logrará que, en dos días -¡en dos días!- la muchacha que tiene dificultades motoras para atarse las zapatillas deportivas, o el chico al que le cuesta comprender una información normal, se conviertan en los tontos de la clase. El sadismo de la infancia que llama “gafotas” al que lleva gafas no va a ser más considerado con una chica o un chico que les parece tonto.

Si a esta perniciosa ministra la dejan suelta unas semanas más, se carga las competiciones paralímpicas, y veremos a los cojos competir con los atletas que dispones de las dos piernas en los cien metros valla, y en todos los equipos de baloncesto habrá, obligatoriamente, un jugador que se desplace en silla de ruedas.

Después de la película "Campeones" hay millones de ignorantes que creen que ha terminado la discriminación, pero los que tenemos familiares en esa condición sabemos lo difícil que es su desarrollo, y el inmenso bien que les han producido las escuelas especiales, que esta ministra pretende laminar, porque ella sí que es "la tonta de la clase".

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