Opinión

CARTA A UN PRESIDENTE QUE MIENTE

Estimado candidato del PP (no se tome al pie de la letra lo de estimado, ya venía así en la plantilla que utilizo para redactar esta misiva):


Soy uno de esos casi 300.000 gallegos que en la noche del miércoles tuvimos que soportar el bochorno de ver cómo el aún presidente de la Xunta, es decir, usted, mentía como un tramposo acorralado, acusando a este diario de no incluir una información que sí había publicado y de atacar a la sanidad pública por el hecho de recoger testimonios y quejas de profesionales y usuarios del sistema sanitario en el que usted ha metido las tijeras. Personas con las que he comentado este asunto, han tratado de aplacar mi estupor, indicándome que no debo extrañarme, que no es la primera vez que actúa de este modo. Yo, sin embargo, creo que sí es la primera vez que un presidente de la Xunta pierde los papeles y la noción de la realidad hasta el punto de mentir, saber que miente, descubrir que ha sido cazado y a pesar de todo perseverar en la mentira. Ha convertido usted el embuste en un ejercicio de funambulismo inverosimil. Confiaba que rectificase al día siguiente, pero ya me han confirmado que no. Que insiste usted en atacar al medio de comunicación que le dio voz a médicos y enfermos, que tuvo la osadía de poner en evidencia ejemplos del deterioro en la atención pública que está provocando su rácana gestión de la sanidad gallega.


No soy médico, pero salta a la vista que sufre usted ese síndrome tan característico de los políticos sin talla que, una vez en el poder, confunden lo público con lo personal, la familia con la Administración, los medios de comunicación con sus gabinetes de prensa, y acaban recreándose en la simpleza de que quien critica la gestión del presidente ataca a su país. Sé que anda usted agobiado, intentando hacer campaña y huyendo al mismo tiempo de las víctimas de su errática gestión, pero hágase ver ese síndrome cuanto antes. Hágame caso.


Apenas 16 horas después de haber mentido en directo, se presenta usted en el Consello de la Xunta, como un astado herido que embiste el burladero, proclamentoque no acepta lecciones de ética ni de rigor. Se negó usted, con el pretexto de que es un asunto de familia, a explicar los contratos millonarios que la Xunta ha firmado con la empresa donde su hermana es apoderada. Mentó usted en vano y sin venir a cuento, a su padre y a un primo 'que trabaja en Citroën', pero olvidó hablar de la prima que designó a dedo para gestionar el CHUO. Se permitió usted valorar si tal información merecía una o cuatro columnas; se ha pasado tanto de frenada, que ya no solo aspira a controlar los contenidos de los periódicos sino también la maquetación. Definitivamente, ha convertido usted cada una de sus comparecencias públicas en una patética farsa.


No seré yo quien pierda un segundo en darle unas clases de ética ni de rigor, pero, como gallego que soy, ha de concederme el derecho a plantearle una serie de preguntas que, por el cargo que ocupa, figuran dentro del ámbito público y no del familiar, como usted pretende hacer creer para salir del aprieto. Pregunto, por tanto, sin esperanzas de obtener respuesta:


¿Qué clase de ética y rigor le legitiman a usted para no dar explicaciones de la relación comercial que la Xunta mantiene con la empresa de su hermana, después de que su partido arremetiese contra el socialista Chaves porque una empresa de su hija había recibido subvenciones de la Junta de Andalucía?


¿Qué tipo de ética y rigor le autorizan a descalficar como hizo a un ex vicepresidente de la Xunta por subirse al yate de un empresario, pero permiten que usted realice un viaje de campaña electoral utilizando un coche de la Embajada española en combinación con el jet privado de un empresario amigo?


¿Cuál es la ética y el rigor que aplica la Xunta para saltarse por novena ocasión la ley electoral?


¿Cómo se compadecen la ética y el rigor con que haya usted ocultado un gasto de 400 millones de euros para trampear las cifras del déficit?


¿Es ético y riguroso que un presidente de la Xunta, incapaz de desmentir todos estos hechos porque las pruebas son irrefutables, se niegue a explicarlos a sus ciudadanos?


¿Es ético y riguroso intentar desacreditar públicamente a un medio de comunicación porque no dice lo que el presidente quiere oír sino lo que los lectores deben saber?


¿Es ético y riguroso mentir públicamente, con premeditación y alevosía?


¿Existe algún atisbo de ética o rigor en la pretensión de presentarse a una reelección con estos antecentes?


Con todo el cariño (bueno, tampoco se tome esto del cariño al pie de la letra, simplemente quiero decir que no le deseo mal a nadie y a usted tampoco, que ya bastante sufrimiento tiene emparedado en sus contradicciones), me tomaría la libertad de sugerirle que se matricule en un curso de rigor y de ética. Y le aconsejaría que lo complementase contratando unas clases de humildad.


¡Ah!, y un trankimazin. Nos vemos.

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