Opinión

Entroido a la luz del día

Ni siquiera la prohibición durante los años grises de represión consiguió apagar el ancestral Entroido de Ourense. El miedo no tumbó la irreverencia de “don Carnal”, antesala de las castas semanas de doña Cuaresma, pero dejó en la provincia una fiesta a dos velocidades. Mientras en el rural se mantenían las tradiciones sin disimulo a plena luz del día, en la ciudad la fiesta se ha refugiado y recreado en la discreción de la noche. 

El Entroido urbano continúa sin abandonar el escondite cuando está permitido desmelenarse las 24 horas del día. Si la apuesta de las administraciones por el turismo es firme, se está malgastando la oportunidad de atraer visitantes. De los nueve carnavales que cuentan en Galicia con el reconocimiento de interés turístico de la Xunta, siete se celebran en las provincia de Ourense y dos (Xinzo de Limia con las pantallas y Verín con los cigarróns) tienen la categoría de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Los medios internacionales también ponen el foco en los peliqueiros de Laza, el boteiro y los fulións de Viana do Bolo y de Vilariño de Conso, las mázcaras de Manzaneda y los felos de Maceda. La singularidad de un festejo que se transmite de generación en generación tiene un resultado conocido y reconocido. 

En la ciudad poco se puede hacer sin la implicación y el interés de los vecinos. Recién bajado el palo de la circunspección franquista, hubo una época en la que en el banco te podías encontrar al director disfrazado de asaltador y al cliente vestido de clienta sin que nadie se escandalizase. El médico vestía de cura e incluso algún sacerdote lo hacía de galeno; los niños tomaban prestado el ropaje de los adultos y los mayores se comportaban como “cativos” durante unos días en los que las costumbres sociales se relajan, los papeles se intercambian y está permitido que todos se rían de todos y de todo. 

El mundo se desmelena sin pudor en las redes sociales. Lo enseña todo. Y, sin embargo, el Entroido, paraíso del despiporre, en la ciudad y los núcleos más poblados parece regresar a la clandestinidad nocturna y a los encorsetados desfiles institucionales en los que casi todos miran mientras sólo unos pocos se disfrazan. No todos los días son Entroido pero el Entroido sí dura todo el día. Es obligatorio aprovecharlo. Estaremos haciendo cantera. 

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