Opinión

LA ESTUPIDEZ SIEMPRE INSISTE

Tendría gracia, si no fuese un asunto tan sucio, que un concejal pseudoempresario de una pseudotelevisión dedicase sus privilegios de cargo público a intentar bombardear empresas que, al contrario que la suya, son fuente de empleo, pagan impuestos y, con el aval de la audiencia, se han labrado un peso, un prestigio y un liderazgo que él quisiera para sí y envidia sin disimulo. ¿Se imagina alguien a un constructor semiclandestino, metido concejal, persiguiendo desde su concejalía a las constructoras que lícitamente desarrollan su actividad en la ciudad? Inimaginable. Pero la política está salpicada de taras y de individuos políticamente tarados que favorecen que lo grotesco pueda ocurrir. Y en Ourense ocurre. No en la construcción, pero sí en el sector de la comunicación. El autor material de este culebrón surrealista se llama Gonzalo Pérez Jácome, eslabón perdido de la cosa pública, y responsable de una cadena local que sobrevive gracias al dinero que le deriva de las arcas municipales. Él mismo lo ha reconocido recientemente. Sin sonrojarse.


Tendría gracia, si no fuera una anormalidad democrática que este concejal y su grupúsculo de iluminados se hayan empeñado desde el minuto uno de su presencia en la Consistorial en arremeter contra las empresas, ya sea de comunicación, de venta de instrumentos musicales o de sonido, que le estorban en su negocio privado. A ello han dedicado todo su esfuerzo, porque como decía Albert Camus, 'la estupidez siempre insiste'. Y a fuerza de insistir y de tejer ignorancia, mentira y demagogia ha logrado sostener artificialmente durante años un bluff informativo, paseando su patológica obsesión por los pasillos del Concello, de la Fiscalía, de los juzgados de guardia y puede que algún día de los tribunales internacionales de La Haya. Lo llamativo no es que la estupidez, en este caso alimentada por la envidia, insista, si no que la inoperancia le dé continuidad. Lo cierto es que los ingresos que perciben del Concello, regalan a esta camarilla tiempo libre para tramar esta locura y todas cuantas asomen por su turbio mapa neuronal.


Tendría gracia, si no fuera una depravación periodística, que sea un diario como La Voz de Galicia, el que magnifique esta esquizofrenia informativa. Les une a ambos la frustración de verse desplazados por la audiencia a un papel de secundarios y se comprende por tanto la alianza del edil aspirante a Berlusconi y del diario coruñés que suspira desde el principio de los tiempos por el mercado ourensano. Los marginales tienden a asociar sus obsesiones. De modo que ahí están, en la misma, el ideólogo de una pseudotelevisión mantenida con dineros del Concello, y una empresa, La Voz de Galicia, que percibe cinco millones de euros de la CRTVG, en encargos discrecionales, y decenas de millones más de la Xunta. Y lo que no se sabe de diputaciones, y de concellos, y de donde haya un fondo de dinero público del que tirar para sostener un entramado empresarial en serias dificultades económicas.


En el pasado, y aprovechando la oportunidad retomamos ahora la propuesta, La Región ha instado a La Voz de Galicia a someterse a una auditoría independiente para computar y publicar la naturaleza de los ingresos de ambas empresas. Sería un ejercicio revelador que, sin embargo, siempre ha eludido el diario coruñés. Hoy, renovamos el envite.


Repetimos el reto porque nada tenemos que ocultar. Por ello también, apremiamos a la Justicia a que zanje con la máxima agilidad las obsesiones del telepredicador con La Región y Telemiño. Año y medio es una espera excesiva sobre todo cuando se está intentando poner en entredicho, con elucubraciones y sin base ni prueba alguna, la imagen y la honorabilidad de una institución, una empresa o una persona. Sólo beneficia a quienes juegan con la justicia para vestir titulares insolventes, en perjuicio de la sociedad y del propio sistema judicial. Convendría que esta reflexión precediese y presidiese todos los procesos de este tipo, para evitar víctimas inocentes. Que hable pues quien tiene que hablar, la juez. Que revise la documentación facilitada por el Concello de Ourense sobre su relación comunicacional con La Región, con Telemiño y con todos los medios que operan en la ciudad y que figuran también en ese dosier. En lo que a este grupo respecta, nada hay ilícito. No sabemos si ocurre lo mismo en lo que respecta a los negocios del concejal-empresario. Tal vez habría que investigarlo.


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