Opinión

La España despoblada también existe

La crisis del coronavirus no va solo de grandes ciudades y de Comunidades Autónomas, con algunos presidentes en “performance” incansable; como Quim Torra, que paralizó esta semana dos acciones de ayuda del Ejército y de la Guardia Civil. Solo el fanatismo puede justificarlo. La crisis, las medidas aplicadas y la desescalada, va también de pueblos y de ayuntamientos, los grandes olvidados en los discursos y en las ruedas de prensa, cuando están salvando la situación. Piensen en esa residencia de Alcalá del Valle, en Cádiz, donde, al tener al personal cuidador contagiado, los ancianos, 54 de ellos infectados, están siendo socorridos por el alcalde y cuatro concejales. Y tantos ejemplos más de entrega y dedicación a la labor pública por ediles que no cobran por haber sido elegidos y por trabajar incansablemente para sus vecinos. Alcaldes que no logran entender porque algunas Comunidades han retirado a los médicos de los consultorios locales para concentrarlos en los centros de salud de las cabeceras comarcales. Un despropósito de desatención médica.

Se ha olvidado a los ayuntamientos y también a la España despoblada. El alcalde de Soria, Carlos Martínez, ha levantado su voz para que se ayudara a su provincia, bajo mínimos médicos; y en las Cortes ha tenido que ser Tomás Guitarte, el diputado de Teruel Existe, el que hablara por Soria, por Segovia y por otras provincias despobladas. Los portavoces de otros partidos van a su bola: unos a derrocar al Gobierno como sea, y otros a justificarlo, acierte o no.

El alcalde de Alcañiz, Ignacio Urquizu, ha planteado en Twitter que “nuestras economías son más débiles y tenemos poca industria. El confinamiento nos afecta mucho y la recuperación será más difícil que en las ciudades”. El hilo posterior descubre pistas interesantes: “En los pueblos no se nos deja ir al huerto, mientras que en las capitales se puede viajar en metro”. José Guillén, alcalde de Camporrells (Huesca), lo confirma. Remite al Real Decreto del 14 de marzo sobre el estado de alarma donde advierte que se no se podrá salir para cultivar productos que no estén destinados a una cadena de distribución. O sea, quedan excluidos los cultivos para auto consumo. El que redactó el decreto, como siempre pasa, lo hizo en una ciudad y pensando solo en las ciudades. Sensibilidad cero hacia el mundo rural. Pregunto en otras localidades y me confirman que la gente sale con prudencia a su huerto, incumpliendo la prohibición, claro; y que la Guardia Civil, con más sensibilidad que el funcionario redactor del decreto, lo tolera si van de uno en uno. Gracias.

No hace falta ser científico para saber que, para infectarse, es más peligroso viajar con otras personas en transporte público que ir a tu huerto con una cesta y una azada. Pero el mundo rural no está en el radar de las preocupaciones gubernamentales, ni parlamentarias. Si lo estuviera, el grupo de cien diputados (entre Vox y PP) que asistirá a la próxima sesión del Congreso, sin necesidad alguna, no se atrevería a hacerlo. Se prohíbe a la ciudadanía que salga de casa sin una urgencia probada y la portavoz popular dice que “iremos para que se nos vea”. Gran argumento. Imagínense la gracia que les va a hacer a los que se les impide sacar a sus hijos a pasear, o a los que no pueden ir al huerto en su pueblo. Es lo que tenemos. 

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