Opinión

Esto va mal, pero puede ir aún peor

Se asegura que Pedro Sánchez aún confía en que pueda haber investidura antes de Nochevieja. Es difícil saberlo porque apenas habla con nadie y, cuando acepta comparecer ante la prensa, solo admite dos preguntas. La querían antes de Navidad y ahora se filtra que podría ser entre Año Nuevo y Reyes. Cualquiera sabe donde estamos.

La impresión general es que eso de alcanzar un pacto para formar gobierno, va mal. Y que puede ir peor. Pero otros especulan con que podría ya estar firmado. La pasada semana, la Justicia europea sentenció que Oriol Junqueras no debió ser privado de recoger su acta de eurodiputado por estar encarcelado; y Puigdemont y Comín tampoco, aunque salieron de España y no pudieron ser juzgados. Es una decisión que tiene consecuencias en cuatro planos distintos: cambios importantes para los tres políticos, a los que se les da la razón en ese aspecto concreto. poca o nula repercusión para su situación judicial, según coinciden los expertos consultados; un revuelo mediático en España y en Europa en el que destaca la conmovedora declaración de Puigdemont exhortando “a cumplir las leyes”, lo que resulta un sarcasmo porque él las vulneró reiteradamente y se reía de las resoluciones judiciales; y también consecuencias en el plano político con un estrechamiento del margen para el pacto PSOE- Esquerra y un relanzamiento de Vox. No se pierdan el cambio de papeles: Puigdemont, que abominaba de Europa, ahora elogia la Unión con entusiasmo; y Vox apela a recuperar soberanía española rechazando esas resoluciones judiciales, como si se estuviera incubando un “Spainexit”. Mejor que no se convoquen nuevas elecciones.

En medio de ese vendaval de noticias y reposicionamientos que coincidieron en un día, jueves 19, aterrizó discretamente en Madrid, el ex primer ministro de Francia y actual concejal de Barcelona, Manuel Valls, para dejarse entrevistar en público. La grabación, ya disponible en el Canal UNED, la emitirá en enero La 2 de TVE; público de profesores y estudiantes de Ciencias Políticas; ni una pregunta sin responder y convencimiento generalizado en la audiencia de que por fin se divisaba un hombre de estado. Hábil para combinar su sentimiento de español, catalán y francés, sublimado en su europeísmo moderno, Valls dirigió mensajes nítidos, solicitados en nuestras preguntas. A Pedro Sánchez le recomendó que “pare el pacto con Esquerra”; a Inés Arrimadas que continúe en la línea buscar un entendimiento entre los constitucionalistas, sin el cordón sanitario que Albert Rivera imponía al PSOE; y a  Pablo Casado, como al resto, que “no anteponga los intereses de partido, y por supuesto los personales, a los del país”. Al final, un profesor pidió el micrófono para decirle textualmente: “Mire... usted me gusta”.

También pasó por Madrid, en la fiesta de la Constitución democrática, Miquel Roca Junyent. A quien quiso escucharlo le dijo, como redactor de la Carta Magna, que la Cámara tiene facultades para autoregularse y que podría complementar, con una amplia mayoría, las previsiones constitucionales para investir presidente del Gobierno. Y remataba así: “Si no se ponen de acuerdo para elegir un presidente, al menos que lo hagan para no repetir elecciones”. ¡Cómo nos iría si escucháramos a Roca, o a Valls! O donde estaríamos, si Rivera no se hubiera escuchado solo a sí mismo.

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