Opinión

282, 92 euros

Para entender a los políticos debemos ponernos en su situación, tanto mentalmente como en su cuerpo, con lo que seremos más comprensivos y menos crueles y críticos con ellos.

Este cronista ha tratado de hacer la transmigración y sentirse como Pedro Sánchez, algo difícil porque es más alto, más guapo y más joven, pero una vez dentro, y desde sus dos metros, ha logrado ver a España y a los españoles como lo que son, pequeñitos, diría que insignificantes.

Reflexiono: salí de la nada, morí y resucité como político, y ahora estos pequeñines no tienen nada que demandarme, y menos porque gaste 282,92 euros en mis viajes de placer.

Desagradecidos: consideran incomprensible que, aunque prometí transparencia y austeridad personales, tome reactores oficiales para ir de concierto nocturno en Benicásim a ver con mi mujer e hijas adolescentes -“altos cargos” según información oficial- a “The Killers”, Los Asesinos, un grupo estadounidense de rock.

Que vaya también en aviones así a la boda de un cuñao a Logroño, o a una reunión cerca de Valladolid, a poco más de una hora en AVE, desplegando coches, helicópteros y aparataje como el del desembarco de Normandía.

O que rehabilite un palacete real en Lanzarote, donado por Hussein de Jordania a Juan Carlos I y entregado al Patrimonio Nacional, para pasar las fiestas de invierno, no de Navidad, que yo no la reconozco ni felicito, aunque sí el Ramadán.

Cierto: los guardias civiles que la custodian no tienen donde cobijarse ni servicios higiénicos, pero tampoco se los pusimos a los que protegen el pablacete de mi socio Iglesias en las afueras de Madrid.

Dicen que gasto decenas de millares de euros, pero como son “secreto de Estado” sale una factura de 282,92, tan insignificantes como los propios españolitos.

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