Opinión

Disolución socialista

Dentro del PSOE parecen no darse cuenta: fracaso tras fracaso electoral se disuelve, no como el azúcar, sino como la sacarina, sucedáneo de lo fue el socialismo español y que ahora es síntesis de unos productos químicos. 

El PSC catalán acaba de proponer, sin que el PSOE reaccione, que su Comunidad celebre un referéndum separatista al estilo canadiense, que aunque le pone difíciles condiciones, acepta su posibilidad, lo que es una usurpación de los derechos constitucionales del resto de España, propietaria de todo el país.

El partido que gobernó casi catorce años con Felipe González, mostrando por primera vez su verdadera fuerza desde su fundación hace ahora 137 años, se ha convertido en una jaula de desentonados grillos cantarines.

Uno los cuales es ese PSC, partido hermano y aliado del PSOE, pero independiente, que casi se ha vuelto independentista con la propuesta canadiense tratando de acercarse a los restos de la desaparecida CiU, a ERC y hasta a la anarquista CUP.

Lo de Español del Partido Socialista está quedando tan olvidado como lo de Obrero: entre sus dirigentes ya no hay ni uno.

Pedro Sánchez, su secretario general, dejó los barrios madrileños para vivir en el vecino ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, el más rico de España, mientras su rival izquierdista Pablo Manuel Iglesias presume de seguir en Vallecas, distrito de clases bajas.

Ese alejamiento de las bases y creciente elitismo ha llevado al PSC a tratar de hermanarse con la burguesía catalana, hoy nacionalista y antes franquista, que ha impuesto una xenofobia cultural aprobada por la izquierda ya en tiempos de Rodríguez Zapatero con su tripartido en la Generalidad ---PSC, ERC y “eco” comunistas-- y su Estatuto semiindependentista.

Y Sánchez disolviendo al PSOE poco a poco hasta dejar un falso mejunje.

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