Opinión

Inmigrantes violentos

Al margen del golpe de Estado de los separatistas catalanes el hecho más grave sufrido por España en los últimos meses es la violenta invasión de 600 inmigrantes en la valla-frontera de Ceuta.

Mientras por mar se rescataba a otros tantos centenares que llegaban en pateras, el ataque se producía con sierras radiales, cizallas, mazos, escudos, espráis lanzallamas, piedras, palos, cócteles molotov, excrementos y cal viva.

Veintidós guardias civiles resultaron heridos, en una agresión que en otros países se repelería con la fuerza militar.

Los inmigrantes, cuyos antecedentes personales, sanitarios, penales o cercanía del terrorismo se desconocen, son mayoritariamente hombres jóvenes, fuertes, en edad militar, y no depauperados por la miseria.

Su llegada, sean pacíficos o violentos -pronto habrá un mínimo de un millar diario, 365.000 en un año- crecerá constantemente tras el efecto llamada del Papa laicista Pedro Sánchez, al recibir como héroes en Valencia a casi 600 indocumentados del Aquarius rechazados en Italia.

El minoritario primer ministro prometió además medios masivos y atención médica plena y gratuita a todo el que llegue a España y retirar las cortantes concertinas disuasorias de las vallas de Ceuta y Melilla, mientras las alcaldías afines a Podemos en Madrid o Barcelona les facilitan documentos alegales.

De momento se desconocen los programas precisos de Pablo Casado y Albert Rivera para afrontar la situación, quizás porque no quieren ser comparados con el ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, que afirma que estas migraciones son un negocio para las mafias y las oenegés que las apoyan.

La situación será pronto incontrolable económica, humana y sanitariamente en toda España porque buena parte de los inmigrantes no encontrará trabajo lo que, vista la violencia de muchos, resultará peligrosa para la seguridad personal de los ciudadanos.

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