Opinión

Otras dos Españas

Esta es una crónica bárbara sobre dos Españas, una de los cuales comenzó a llamarle a la otra en un debate más de una docena de veces indecente, sin que esta le respondiera calificándola de pendenciera y matonil.

La España acosada calló y apareció como apacible ante millones de ciudadanos que analizaban a ambas Españas. Muchos pensaron que excesiva apacibilidad es cobardía.
Creía que su sosiego ante aquella agresión ajena a lo que las reunía -- explicar qué haría cada una si gobernaba la España real a partir de 2016--, le granjearía la simpatía mayoritaria.
Pero lo que se ganó pocos días después fue el tremendo puñetazo de un joven con la mente calentada por las acusaciones a su indecencia.

Es lo que se merece, nadie había escarmentado a esta España, he tenido que ser yo, dijo, el supuesto héroe sabiendo que tras las denuncias de la España pendenciera muchos otros querrían hacer igual.

Ante ese golpe brutal la España indecente volvió a reaccionar sin crispación ni agresividad pública, como el cristiano abofeteado que pone la otra mejilla.
Mientras, la España acusadora/acosadora galleaba por todo el país con creciente fachenda, como un boxeador fastasmón, repitiendo incansable el insulto e insistiendo en que no tenía nada que hablar ni que arreglar con la España indecente.
Y enseguida ambas Españas rivalizaron en unas elecciones y perdieron numerosos diputados, aunque la indecente quedó primera y la camorrista segunda.

Las dos quieren gobernar. Pero, vista su conducta, concluyamos:
Una está rodeada de corruptos, motivo por el que la otra le llama indecente. La otra es de carácter aventurero, chulesco, peligroso, indigno de un gobernante.
Ergo, lo que España necesita es sustituirlas y poner en su lugar a hombres/mujeres de Estado competentes, incorruptos y juiciosos.

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