Opinión

Sociología electoral

Vistos los resultados de las elecciones del pasado domingo en sus tres grados, local, regional y europeo, puede discutirse la necesidad de los aurúspides modernos que son los institutos de opinión, empezando por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que preside José Félix Tezanos.

Acertó bastante hace un mes, como casi todos los demás centros, al anunciar el triunfo poco amplio de su compañero socialista Pedro Sánchez en las elecciones generales, aunque su pronóstico creó el “efecto carro” que quizás impulsó ese resultado.

Pero no calculó, antes ni ahora, la autodestrucción de Podemos, partido que traería a España la III República y que gracias al lujoso chalé que compraron el carismático líder y su compañera quedó en el felpudo de Ikea: “Bienvenido a la República de mi casa”.

La mayoría de los institutos de opinión se preguntan por qué ahora se equivocaron tanto al anunciar gobiernos del PSOE en casi todas las CCAA, sobre todo en la de Madrid, y en el ayuntamiento de su capital.

Y es que se fían de las respuestas de sus sondeados, y estos los engañan con creciente frecuencia al no fiarse de la confidencialidad de nadie.

Ejemplo: en un pueblo sociológicamente conservador como Pontedeume, Coruña, el alcalde socialista Bernardo Fernández ganó ampliamente, por ser un regidor activo, eficaz y honrado, con votos de gente que diría en las encuestas que apoyaba a Vox.

En Pozuelo, la localidad más rica de España, a diez minutos de Madrid, es posible que todos los expresidentes que viven allí, incluidos los socialistas, hayan votado a la alcaldesa del PP, pese a haber tenido predecesores corruptos, por trabajadora y efectiva.

La casa de Pedro Sánchez está allí y de no residir en Moncloa-Madrid tendría que ocultar quizás que quería votar a Susana Pérez.

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