Opinión

A la trágala

Como quiera que la situación se ha tornado candente y Pedro Sánchez ha decidido llegar a la Moncloa al precio que sea, proponiendo un escenario que debería desatar todas las alarmas porque no tiene vuelta atrás, deberíamos estar hablando en alto y en bajo, en los ámbitos domésticos y en los públicos, en los medios y en las instituciones, de esta peligrosa situación que nos va a conducir a lugares muy malos. Pero no parece que esto preocupe seriamente a nadie y menos a un pueblo como el nuestro que siempre se ha tomado a chacota casi todo hasta que la propia gravedad de los sucesos sustituye la chacota por ríos de lágrimas. El pueblo soberano apenas le ha prestado atención a esta España de 2020 en la que se han cerrado al dictamen de la opinión pública todos los canales de información, y se ha desarrollado una estrategia de pactos en la más negra oscuridad a pesar de que estos pactos van a marcar con toda seguridad los años futuros en un país al que hemos llamado España. Dicen que el término “trágala” se acuñó en tiempos del rey Fernando, cuando el pueblo le impuso la Constitución doceañista y el mendaz monarca se asomó al balcón de palacio y, urgido por la turba, dijo aquello de “marchemos francamente y yo el primero por la senda constitución”. Dicen que fueron los liberales los que alzaron el texto de la Pepa y a voces le gritaron al monarca “trágala, trágala, perro”. Y Fernando sonrió, cerró las ventanas, se cagó en el padre de todos ellos y juró venganza. Cuando llegaron los Cien Mil hijos de San Luis para secundarlo, no dejó ni uno. Especialmente cabrón fue con Rafael del Riego, al que colgó del palo más alto de la plaza de la Cebada.

El pueblo soberano del XXI prefiere sin embargo discutir viva y acaloradamente sobre el vestido de la Pedroche que lleva unas cuantas Nocheviejas haciéndose viral como se dice ahora. No tenemos ni la más remota idea de lo que los independentistas catalanes le han exigido a Sánchez para dejarlo llegar a la Moncloa y no lo vamos a saber hasta que sea muy tarde. Pero si sabemos oiga, que Pedroche salió al balcón vestida de mujer biónica eligiendo la vía de la mucha tela al contrario de las ocasiones anteriores en las que prefirió usar muy poca. Nadie gritó “trágala” porque los que tragamos somos nosotros. Podría haber aparecido Pedro Sánchez en vez de Chicote. Incluso desnudo. Y podría haber gritado, “tragadla majaderos”. Y no hubiera pasado nada. Nunca pasa nada. Hasta que pasa.

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