Opinión

A título personal

Sospecho que debe ser frustrante pelear toda la vida por alcanzar la divina cartera de un misterio y una vez cumplido el anhelo, encontrarse uno mismo convertido en el bombero-torero. Eso debe estar pensando a estas horas, Arancha González Laya, una funcionaria de primer nivel con un dilatado expediente labrado en el desempeño de varias responsabilidades diplomáticas y comerciales al otro lado de nuestras fronteras a la que, una vez cumplido un ferviente deseo de coronar su carrera ostentando el ministerio de Asuntos Exteriores, la caótica condición del Gobierno al que pertenece obligue a dedicar más tiempo al arreglo de destrozos relacionados con él que a desempeñar las tareas para las que ha sido elegida por su presidente. Arancha González tiene una hoja de servicios razonablemente buena que incluye distinguida participación en varios organismos internacionales, dispone de una formación de calidad al menos aparente, y se ha labrado un cierto prestigio en un ámbito profesional relacionado con la política europea desde que, una vez licenciada en Derecho, eligió el camino de las relaciones internacionales con un posgrado en la Carlos III.

Ayer concretamente, la ministra hubo de salir a dar la cara, no una sino dos veces en cuestión de horas, para tratar de neutralizar en la medida de lo posible los disparates pronunciados por el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y para informar a la opinión pública de que, a pesar de sus ardorosos deseos, en el próximo viaje que el presidente Sánchez ha de llevar a cabo a Marruecos, el vicepresidente Pablo Iglesias se queda en tierra. En el primer lance, Zapatero había tomado públicamente la palabra para defender la pureza y validez de las elecciones convocadas por Nicolás Maduro a las que, a pesar de la advertencia gubernamental resumida en el lema “el que no vote no come”, solo acudió a votar el 30 por ciento del censo. La UE no refrenda estos comicios.

En el segundo episodio, Iglesias se había apuntado sin más al viaje tras defender la necesidad de un referéndum para el pueblo saharaui. En ambos casos hubo de intervenir la ministra para decir que, tanto el señor Zapatero como el vicepresidente se expresan a título personal y que el vicepresidente no viajaría. Por el covid que ha restringido plazas. Eso dice ella.

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