Opinión

O Afiador: Algo más que un club

El utilizado mensaje inventado y expandido por el Club de Fútbol Barcelona por el que se asegura que el Barça es “algo más que un club”, tiene naturalmente unas connotaciones grandilocuentes y seguramente exageradas por las que se procura convencer al personal de que la entidad azulgrana trasciende a su condición de entidad deportiva para adquirir la apariencia de una cultura, una creencia casi religiosa, una militancia social –y también política no conviene olvidarlo- y una forma de vida. Según este lema, el hincha culé es una individualidad dentro de un todo que le pasaporta a cuotas divinas y nunca imaginadas. No en vano, la institución posee los derechos del único dios niño viviente conocido en el mundo y el único que ha consentido en habitar entre los mortales. Y así de caro le ha salido.

La realidad sin embargo es otra y si bien es verdad que el Barcelona es algo más que un club lo es no por sus virtudes sino por sus múltiples defectos, alguno tan evidente como el hecho de que con excesiva frecuencia traspasa los límites de lo lícito y se pasa de frenada. Es, digo yo, algo más que un club porque los clubes de fútbol tienen efectivamente un lado dudoso persistente y habitante de los despachos, pero en la casa azulgrana esta condición se manifiesta con más asiduidad que en otras entidades. Hace apenas unas horas, la división de delitos económicos del cuerpo de Mossos d’Esquadra ha irrumpido en las oficinas del C.F Barcelona y, tras ordenar a todos los ocupantes de la sede que abandonaran sus puestos de trabajo y esperaran en la calle para evitar que pudieran manipular el sistema informático, han procedido a la incautación de documentos. En la misma operación han sido detenidos el ex presidente de la entidad, Josep María Bartomeu, su jefe de gabinete, Jaume Messferrer, el CEO del club Óscar Grau y el jefe de los servicios jurídicos, Román Gómez Ponti. Es el segundo presidente del Barcelona que es detenido y se enfrenta a la posibilidad de ir a la cárcel. Si va,  no será por un delito de orden político no tendrá nada que ver la libertad de expresión sino por ser chorizo a gran escala. El “Barçagate” tiene notables ramificaciones, pero más que nada se trata de una trama de enriquecimiento ilícito, empresas fantasmas y paraísos fiscales. O sea, lo de siempre. Tampoco al Barça le roba España. Con sus propios directivos les basta.

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