Opinión

O Afiador: El periodismo político

El periodismo político es uno de esos géneros de la actividad informativa que comporta un mayor número de riesgos. Es cierto que los colegas que con más frecuencia se juegan el gañote son los que ejercen el oficio en escenarios de guerra, aunque estoy por asegurar que esa curiosa tribu que ha producido tantos y tantos profesionales tan valorados también ha conseguido fomentar una envoltura capaz de magnificar en muchos casos el concepto de riesgo que acompaña a la actividad y convertir a su practicantes en criaturas de leyenda, como personalmente me reconocía una de mis compañeras de aulas metida en estos berenjenales y para la que el periodismo en las zonas de conflicto estaba sobrevalorado. Conocí alguno del gremio que solía enviar las crónicas de las que se nutría su agencia empinando los gin fizz de cuatro en cuatro recostado en la tumbona de su hotel, en segunda línea y al borde de la piscina. De todo hay, como en cualquier otro ramo, tampoco nos martiricemos por ello.

Los comentaristas políticos no se juegan normalmente la cabellera, pero si están sometidos a un amplio abanico de turbadores argumentos que les obliga a mantenerse en guardia si quieren seguir conservando la ecuanimidad y el sentido común en el mismo sitio donde tienen la cabeza. Es decir, sobre los hombros. Como se mueven entre manadas de lobos hambrientos, mandíbulas de cocodrilos asesinos y bandadas de sanguinarios vampiros armados todos ellos de móviles de últimas generación y vestidos con ropas de marca, hay peligro cierto de sucumbir en el intento. De que los estafen con primicias, secretos y off the record, de que los cautiven con halagos y apetitosas sobremesas cuajadas de complicidad y verdades a medias, de que traten de liarlos con envolventes y estrategias... En definitiva, que si quieren preservar su independencia, tienen que dormir con un ojo abierto y convivir con un peligro supremo. Creerse más diputados que los propios diputados, más oradores que los propios oradores, más políticos que los propios políticos.
Lo digo por este lío murciano de voy y vengo que, en mi opinión, ha montado Arrimadas sin tener amarrada la cabra y liando por las buenas en ello a mis compadres los periodistas. Si no es así, esto no hay quien lo entienda.

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