Incluso el menos avispado se da cuenta de que Pedro Sánchez nunca llama el jefe de Podemos por el nombre al que todo el mundo acude para designarle y dice Pablo Manuel para distinguirle del otro, de don Pablo Iglesias Pose, aquel gallego adusto y enteco que se había ido a Madrid andando desde Ferrol junto a su reducida familia. Como los apellidos se repiten, va a ser necesario que Pablo Iglesias haga lo mismo con el hasta la fecha al menos, cabeza coronada del socialismo gallego, y acompañe su apellido con el nombre de pila cuando se refiera a él para que no exista ni la menor posibilidad de que se confunda con don Julián Besteiro, el catedrático de mirada triste y desventurado sino al que le tocó en suertes lidiar con la más fea y al que su buena voluntad y su candor extremo le pusieron al cargo de la Junta de Defensa de aquel Madrid donde se libraba una guerra dentro de la guerra cuando la ciudad se rindió a Franco. Besteiro siempre supuso que Franco negociaría con él una paz digna pero se equivocó, le hicieron prisionero, le llevaron a una mazmorra en Palencia y acabó muriendo como un perro en la cárcel de Carmona mientras un sujeto de la catadura de Negrín salvaba el pellejo y Casado huía también en el último momento y justo a tiempo.
Este de ahora, que como casi todo el mundo sabe se llama José Ramón Gómez Besteiro y es gallego de verdad nacido en Lugo no como aquel pobre y tierno desgraciado que las pagó todas juntas y que solo tenía de gallego el apellido, acumula más imputaciones que pelos hay en su poblada cabeza, y a pesar de que ido culebreando con la tácita colaboración de una amplia parte de sus compañeros de partido, todo va dando a entender que esta vez sí le han pillado de lleno. Su situación ha sido desde hace tiempo muy delicada, pero a partir de este fin de semana es insostenible al completo. Pedro Sánchez es de los que ha mirado al cielo, le ha dado amparo y no tendrá otro remedio que dejarle caer si desea demostrar con hechos lo que tanto tiempo lleva explicando con palabras. Palabras tan huecas como él mismo, a qué engañarse. Pero el vuelo de Besteiro con los alerones en llamas desde hace una enormidad está finalizando y las perspectivas no son nada halagüeñas. Hay en las actividades que se le atribuyen materiales suficientes para hacer sonrojar a Luis Candelas. A partir de ahora, Sánchez deberá referirse a éste como José Ramón Gómez olvidándose del segundo apellido. Para que no le arrastre a él también.