Opinión

Borrachera legisladora

Debe ser que llevamos demasiado tiempo paralizados, por lo que a la nueva gobernanza le ha entrado las prisas por legislar y lleva cuatro días que no para. La realidad es que todo lo expuesto es más bien fuego de artificio, adobado eso sí, por la presencia de tres ministras del nuevo Ejecutivo que han comparecido para explicar que perseguirán de oficio el llamado pin parental del Gobierno de Murcia por el que se entrega a los padres de los alumnos la prerrogativa de regular por ellos mismos las actividades escolares que no están reglamentadas en los programas, un viejo anhelo de los diputados de Vox que forman parte de la mayoría de esa comunidad y que contradice sin rodeos las directrices del ministerio que conduce Isabel Celaá. La ministra vasca se ha rodeado de la portavoz Isabel Montero y de la recién estrenada titular de Igualdad, Irene Montero. Si Murcia no obedece, acudirán a los tribunales, una actuación que nadie supone pueda aplicarse en Cataluña, donde en materia de Educación se hace literalmente lo que a cada cual le peta. El tratamiento de situaciones con base en Cataluña amenaza con reproducir un estado próximo al paroxismo para que todos, incluso los que ya rozamos peligrosamente la sinrazón, nos volvamos completamente majaretas. De hecho, ayer el Gobierno autorizó la apertura de tres de las llamadas embajadas catalanas en el exterior, al tiempo que los tribunales cerraban otras seis. No pretendan entenderlo.

Los que sí han legislado a todo ritmo son los integrantes del Gobierno balear literalmente cercados por el desarrollo de un turismo de exceso y borrachera que ha terminado por quebrar todos los preceptos. Tarde lo fían los mandatarios isleños pero más vale tarde que nunca. Vistas desde la lejanía, las noches de Magaluf producían una sensación de espanto directamente relacionado con las esperpénticas imágenes que procedían de la villa costera. Al parecer, el vecindario ya no podía más y las autoridades de la isla han acabado por intervenir aplicando una legislación nueva y estricta a un dislocado desmadre en cuyo resultado ya se cuentan unos cuantos muertos. A partir de ahora, los guiris lo van a tener más difícil, y es posible que perezcan menos tirándose desde el balcón del apartamento o borrachos perdidos revolcándose en el santo suelo. Cuánto se hubiera ahorrado aplicando la ley desde el primer momento.

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