Opinión

Buscando la paz

Hace unos meses, viajando en el avión papal, Su Santidad Francisco manifestó a un grupo de periodistas que viajaría a España cuando hubiera paz, lo que puede interpretarse de tantas maneras como facetas tiene el anillo de San Pedro. Francisco aceptó el desafío de conceder una entrevista a uno de los periodistas más incisivos e implacables de la Sexta, la cadena que en el espectro político convencional está más escorada a la izquierda. Jordi Évole –quien hace unas pocas semanas confesó padecer una extraña variación de la narcolepsia llamada cataplexia que le incita a dormirse cuando le da la risa- fue el encargado de dialogar con el Pontífice, pero no hubo referencia alguna por parte de ambos a esas inquietantes declaraciones, quizá producidas por el mal de altura. La posibilidad de que España se encuentre en una situación de paz quebrada produce una cierta inquietud cuando sale de la boca del líder de la Iglesia católica. Pero produce aún mayor sorpresa saber que el mismo Papa Francisco acaba de nombrar nuevo arzobispo de Tarragona al cura Planellas, que hace relativamente poco salió en todos los periódicos por plantar una bandera estelada en la torre del campanario de su iglesia en el pueblo de Jafre, parte del Baix Empordá. Cuando Albert Boadella y su mujer le pidieron que la quitara, el párroco les dijo simplemente “si no os gusta, ya podéis ir pensando en marcharos del pueblo”. El matrimonio lleva residiendo allí 35 años pero ahora son señalados por la calle.

Nunca he sido yo partidario de los totalitarismos y el independentismo catalán lo es. Totalitario y excluyente. Se percibe no solo en las grandes decisiones sino en los tics, en los gestos, en los comportamientos. Como los de este sacerdote de credo independentista, capaz de anteponer su ideología a su sagrada condición cuya propia naturaleza debería facultarle a practicar la caridad cristiana. A lo mejor es que Francisco no se ha enterado de nada, y no sabe de qué pie cojea mosén. Pero me extraña francamente…

Lo que pasa es que ese permanente comportamiento supremacista que distingue al independentismo catalán a veces tiene su réplica. El Barcelona dice ser “Mes que un club”, lo cual, además de ser falso, es una gilipollez. Por eso, viene el Liverpool y pone a cada cual en su sitio. Y por cuatro veces.

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