Opinión

Cambio de vestido

A falta de un fútbol menos riguroso y más entretenido –por el momento los que han conseguido quebrar la monotonía de un juego planificado por un casi infinito abanico de esquemas, dominado por la fortaleza física y definido por el miedo a perder han sido España, Francia y Brasil- hemos de compartir el trascurso de esta cita en Doha con la presencia de varias situaciones anecdóticas atisbadas por el método de aquel personaje de José Mota llamado la vieja del visillo. Por ejemplo, el cambio de uniforme operado en una selección nacional que viajaba a Qatar con todos los deberes publicitarios hechos en camiseta roja y pantalón azul, y ha debutado vistiendo un uniforme completamente rojo incluyendo las medias que, según todos los augurios, va a mantener el tiempo que permanezca en el torneo, ojalá fuera hasta la última fecha. Poco ha importado a los responsables federativos y al propio seleccionador que Pedri se nos haya colado cada dos por tres en el salón comedor de casa comiéndose un plátano de su tierra vestido con el viejo indumento, y tampoco ha sido argumento disuasorio que los cromos, los mensajes institucionales, las guías confeccionadas para seguir el campeonato, la imagen en definitiva elegida de antemano estuviera hecha de rojos y azules, para que se cambie de la noche a la mañana el uniforme de batalla del conjunto patrio. El equipo vestirá de rojo de pies a cabeza y se acabó el debate.

Ayer supimos por informaciones fragmentadas el por qué de que ahora adquiera otras apariencias. Dicen que la FIFA sugirió a los responsables de las selecciones que se uniforman con camiseta de color distintos al pantalón, que en aras de una mejor retrasmisión televisiva cambiaran al modelo homogéneo. Pero ni Francia, ni Inglaterra, ni Brasil, ni Croacia, ni Bélgica, ni Alemania, ni México entre otros, hicieron el menor caso. Solo España atendió el consejo -que no el mandato del organismo directivo- y mudó de vestuario ganando de paso por goleada el día del estreno. 

Personalmente soy muy apegado a las viejas tradiciones y por tanto, partidario acérrimo de conservar el modelo –evolucionado al compás de los tiempos por supuesto- de toda la vida. Si el Madrid tiene que hacer cada temporada lo del Barcelona, me borro fijo, menos mal que no es el caso.

Bueno eso sí, sea de rojo, de verde, de fucsia o de lila, que España gane. Y luego ya veremos.

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