Opinión

Canto a la previsión

Con frecuencia, las cosas suelen adoptar un final distinto al cariz que se les adivina cuando comienzan, y no es fácil orientarse para advertir una conclusión partiendo de aquello que puede imaginarse al inicio del proceso. Muy pocos podían suponer que, tras ese inicio prometedor de la era Coudet en la que el Celta parecía sólidamente emplazado en la pista de despegue, iba a recibir un cesto de goles en casa en veinte minutos. Tampoco era sencillo pronosticar que una nevada que se esperaba, es verdad muy copiosa, adquiriera en Madrid las proporciones apocalípticas que ha adoptado y que ha sepultado debajo de medio metro de nieve toda la capital y su territorio circundante.

Sin embargo, es posible que si aplicáramos un espíritu deductivo con mayor celo y tratáramos de intuir el alcance de lo que pasa, nos ahorraríamos disgustos y de paso, podríamos aplicar con eficiencia las correspondientes medidas correctoras. El Celta llevaba avisando de su debilidad no menos de tres partidos antes de esta catástrofe: había perdido contra el Real Madrid sin prestar batalla y un modesto equipo de Tercera división le había clavado cinco en una eliminatoria de Copa. También las previsiones cursadas por los científicos respecto a la nevada que se avecinaba sobre el área de la comunidad madrileña y territorios adyacentes predicaban el carácter especial de la precipitación y aconsejaban aplicar soluciones de unas dimensiones muy superiores a las que pudieran adoptarse en momentos incluso anómalos, porque lo que se venía encima era dramático. No soy ningún especialista en la materia ni abogo por hacer el ridículo como aquella ministra tan chula, Maleni Álvarez, que siendo titular de Fomento y ansiosa por viajar de gañote, resolvió darse una vuelta por Rusia a todo tren para aprender las medidas a adoptar cuando nevara en Barajas.

Es, claro, una tarea compleja organizar una campaña de vacunación que permita inocular a la población de un país entero, pero nuestros responsables sabían que tarde o temprano llegaría la ocasión y deberían haber estudiado el problema hasta la saciedad y resolverlo en lugar de despejarlo. El despeje ha sido tal malo como el de la defensa del Celta. Y les metieron cuatro, claro.

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