Opinión

Catalanismo en vena

Estamos inmersos en una auténtica “catalanización” del país desde todas las esquinas algunas de cuyas actuaciones suenan a ficticias y especialmente fomentadas para tratar de normalizar unas relaciones entre las instituciones nacionales y el catalanismo, que podrían desde luego contribuir a rebajar la crispación existente, pero que como salgan mal van a forzar la máquina y producir más duelos que alegrías. Ya no basta con que el Barça gane la Liga merecidamente con veinte puntos de ventaja sobre el Madrid –que se ha merecido con creces esta humillación y tendrá que trabajar con sacrificio para que tamaña vergüenza no se repita- sino que, desde hace ya unos años,  todo el operativo que representa la participación española en el Festival de la Canción de Eurovisión es cosa catalana desde la productora de Operación Triunfo hasta el equipo destacado en el teatro de operaciones e incluso los intérpretes. La mayor parte de ellos son catalanes incluyendo el joven cantante de esta última edición que, como viene siendo habitual, ha hecho el ridículo. El intérprete ha cumplido dignamente defendiendo una charanga propia de la Costa Brava en una noche agosteña, no como Manel, otro joven catalán que pasó a la posteridad por un gallo en todo lo alto en escenario televisivo que lo convirtió en comida de los leones para los restos segundos después de haberlo cometido.

Pero si esta es una catalanización asumible y permitida a la que nada hay que oponer, si comienza a adquirir tintes de sospecha cuando desembarca en política. El primer piolet de la escalada lo colocó Iceta, al que sus compañeros de Parlamento autonómico en clave independentista, dejaron compuesto y sin novio, frustrando sus anhelos y los deseos de Sánchez empeñado en darle una patada en el culo hacia arriba. El plan B diseñado por él mismo sujeto ha consistido en hacer propia aquella frase atribuida a Alfonso XII cuando Cánovas le presentó la lista de ministros encabezada por Pepe Elduayen: “si no quieres caldo toma dos tazas”.

Sánchez ha designado a Meritxel Betet y Manuel Cruz como presidentes del Congreso y del Senado solo pendientes de que el pacto los consagre. Ninguno de los dos  deslumbra por su formación, su expediente, su dimensión social y política… Pero ambos van a desarrollar una estrategia y ambos proceden del mismo sitio. Nada comparable con el show de los presos secesionistas firmando su acta de diputados y senadores, claro. Eso sí que no se ha producido nunca en ningún país democrático que yo recuerde.  Salvo en el nuestro…

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