Opinión

Cataluña y sus vacunas

Acabo de saber que será el Gobierno de España quien se ocupe de vacunar a los miembros de las Fuerzas Armadas y a los de las de Seguridad en Cataluña ante la negativa permanente por parte de las autoridades de la Generalitat de hacerlo. A pesar de las múltiples peticiones cursadas por ambos estamentos, el Gobierno regional catalán se ha negado sistemáticamente a atender esta justa petición, a pesar de las veces que ambas instituciones han dado la cara y siguen dándola cuando las cosas se ponen chungas y hay que apelar a ellos y su responsabilidad puesta a prueba, para solventar problemas y asumir situaciones límite que acatan sin rechistar porque este tipo de obligaciones forman parte de su código de conducta.

Este tipo de actitudes define a la perfección la catadura moral de los políticos que tratan de gobernar el desgobierno catalán, un compendio de disparates que lleva cinco años sin afrontar gestión alguna, y que ha conducido su autonomía de cabeza a la ruina. Y lo que a muchos les parece anecdótico no lo es en realidad, porque proclama lo que todo el mundo sabe. Cataluña está regida por un puzle de formaciones políticas pegadas una a la otra malamente mediante un brochazo de cola. Esa cola es el principio de defensa de la independencia, el único factor que les resulta común y que es capaz de disimular el resto de los desencuentros y el cúmulo permanente de errores. Todos se llevan fatal en efecto, pero la precariedad de las relaciones y la diferencia de ideologías y principios se sustituyen por la causa común. Y en esa causa común no caben ni los cuerpos de Seguridad del Estado ni las Fuerzas Armadas. Por tanto, y contradiciendo abiertamente los principios establecidos en el resto del país, no serán vacunados.

Repugna la indecencia de la clase dirigente de Cataluña y sus comportamientos demuestran que son unos miserables. Repugna pero no sorprende aunque el peculiar sistema parlamentario abre sus puertas para acogerlos en el Parlamento nacional, el foro común del que precisamente abominan. Bien es cierto que se hacen notar. Gracias a ellos, el Gobierno  se mantiene. El mismo que tiene que mandar equipos a Cataluña y vacunas para vacunar a soldados, policías y guardia civiles.

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