Opinión

El círculo completo

Prestas a celebrarse y muy anticipadas por la rara y unánime coincidencia en las encuestas –también lo están y del mismo modo las gallegas- las elecciones de Euskadi parecen no esconder un gran misterio. Ganará el PNV y necesitará que alguien le eche una mano para conseguir una mayoría solvente y es muy probable que Sánchez sueñe con que sea su partido el llamado a prestar los pocos parlamentarios si los vaticinios no fallan que le queden, con los que Urkullu pueda formar gobierno. Sánchez se ha adentrado en un túnel caótico tapiando a medida que avanza la galería a sus espaldas, de manera que se anula a sí mismo la posibilidad del retroceso. Y hace cuentas sobre una devolución de favores y un hipotético acuerdo de mínimos con los nacionalistas catalanes para ver si puede así llegar a La Moncloa y probarse el sillón sea por un mes. A él le da igual con tal de que esa posibilidad llegue y se lo pueda contar a sus nietos.

Euskadi sonríe a día de hoy y la bonanza que se adivina en sus calles y plazas es un sinónimo evidente de que ha dejado atrás los años del plomo y disfruta de un nuevo rostro en paz y concordia del que el propio Urkullu se enorgullece. El lehendakari aspirante a sucederse a sí mismo ha dejado claro en sus apariciones televisivas que respeta mucho a los catalanes pero que sus concepciones nacionalistas son muy diferentes y que prefiere que no les confundan. Es decir, ha marcado distancia para que nadie piensa que lo de los catalanes es homologable y las propuestas catalanas puedan equiparase a las de ellos. El País Vasco es ahora un vergel que piensa en turismo, arte, moda, gastronomía, campos de golf, cine y buena vida bajo un cielo luminoso y un paisaje de ensueño. Un paraíso, vaya…

Pero una cosa le falta a Euskadi para cerrar el círculo y aquietar su de paso su propia conciencia. Reconocer y asumir su pasado, maldecir públicamente a ETA y rendir homenaje general y a la vista de todos a los que murieron o fueron dañados por los pistoleros de una banda terrorista asesina que mató durante cincuenta años a diestro y siniestro. No vale con olvidar y para que Euskadi recupere el respeto completo, no tiene más remedio que redimirse. Ahora o dentro de unos años. Pero hay que hacerlo.

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