Opinión

Confesiones con tristeza

A pesar de lo que pueda suponerse a simple vista, hay vida tras el desafío soberanista de Artur Mas y sus independentistas que se oficiará si nada lo remedia el próximo día 27, porque existen otros aspectos de la actividad política nacional que están aún pendientes de obtener una resolución y tienen su trascendencia. En mi modesta opinión, bastante más acusada que esta pugna absurda y probablemente suicida en la que se ha sumergido un dirigente que ha perdido la cabeza y pretende que todos la pierdan a su compás. En mi caso, y lo digo con infinita pena, las andanzas de Mas y el catalanismo extremo han acabado por importarme un pimiento y estoy hecho a la idea de que, ocurra lo que ocurra, mi vida seguirá siendo lo misma, querré tanto o más a mi familia de lo que ahora la quiero, leeré los mismos libros, seguiré al mismo equipo y jugaré tanto o más con mis nietos.

Probablemente sentiré que una parte del territorio español apueste por el desgajamiento pero puesto a calcular los costes de este disparate, me atrevería a sospechar que quienes más van a perder van a ser ellos. Y desde luego, gane quien gane en esta pugna sin sentido, Cataluña quedará definitivamente dividida en dos mitades difícilmente reconciliables una de las cuales pagará el pato tras las elecciones autonómicas que el presidente Mas y su núcleo duro han convertido en un plebiscito. Y no creo que baste para unirlas de nuevo ni siquiera la inapreciable ayuda de Pau Gasol y su generosidad infinita para obrar como pegamento.

Sospecho que el 27 va a marcar en Cataluña un antes y un después pero el hecho no es definitivo para el resto de un país que tiene planteados en el umbral de un futuro muy próximo otros restos. La historia enseña mucho a los que quieren aprender de ella, y dice sin temor a equivocarse que las naciones siguen adelante a pesar de afrontar restos extremos. Mucho más extremos que aquel que ha planteado Artur Mas y los que le siguen y los que desean convertir Cataluña en una isla en mitad de un concierto internacional que ha advertido por activa y por pasiva que no está dispuesto a aceptar un nuevo estado creado en semejantes circunstancias.

Como digo, es lamentable. Pero a mí, hasta la coronilla, este asunto ha acabado por importarme un bledo.

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