Opinión

Cuestión de géneros

La majadería que nos invade adquiere caracteres épicos en reductos administrativos autonómicos y municipales donde, en lugar de procurar estar al día en cuentas y desarrollos, se pierde el tiempo aplicando torticeras interpretaciones gramaticales imbricadas con el género que no sólo son de dudosa estirpe lingüística sino que trivializan y degradan un problema muy serio. Por ejemplo, y según normas dictadas por la Junta de Andalucía, ya no se puede pronunciar al amparo de las aulas, la palabra “andaluces” que ha sido sustituido apelando al decreto, por el término “población andaluza” para que no exista discriminación con los nacidos en Andalucía pero del género femenino. Tampoco podrá decirse en público a partir de ahora, “los políticos”, sustituido por otro delicado referente: “la clase política” si bien personalmente tengo dudas de que se pueda aplicar al colectivo esta denominación de “clase”, y sobre todo, si es oportuno hacerlo porque contiene un marcado matiz elitista que si bien no es del todo cierto, sin duda, no es ni prudente ni bueno. Clase implica casta, y si los propios políticos son partidarios de legislar acentuando esta condición, echarán piedras contra su propio tejado. De todas formas, allá ellos.

Andalucía no permitirá hablar solo de alumnos y así exigirá que se diga “alumnas y alumnos”. También “padres y madres” y supongo, “profesores y profesoras”. Sospecho que en la terminología aceptada para referirse al deporte se especificará que habrá que referirse a las futbolistas y los futbolistos, a las atletas y a los atletos. Los responsables de la administración andaluza se sumergen solos en un bosque umbrío en el que la corrección política exigida puede producir extremos delirantes… “pianistas y pianistos”, “violinistas y violinistos”, “periodistas y periodistos”, y así hasta el infinito. Una eminente andaluza, la eximia ex ministra Viviana Aído, pasó a la historia por aquella declaración de intenciones sobre las “miembras y los miembros” que dejó tieso en su asiento al profesor Gabilondo entonces compañero de Gobierno y pálido como la cera al escuchar tal sandez. La titular de Igualdad cuyas prendas fundamentales eran las de dirigir una escuela pública de flamenco, marcó la pauta. Son las cosas propias de las pioneras y los pioneros.

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