Opinión

Los que no dan la talla

Hay una cosa en la que parecen estar de acuerdo todos los organismos competentes continentales. España es el país que peor parado está saliendo de esta situación de pandemia repetida que los expertos anunciaron y que supuestamente nos pillaba aprendidos aunque, a la vista del escenario creado, permítanme que ponga en duda. No hay país europeo que haya respondido tan mal al renacer de la pandemia, ni las cifras de afectados que desgraciadamente ofrecemos puedan compararse con las de los habitantes de otras naciones de nuestro entorno. También superamos a todos en la catástrofe económica. Seguramente lo que hay que plantearse es la razón por la que hemos derivado en este lío en el que ahora estamos.

El comportamiento del Gobierno durante este strafalario verano no ha sido precisamente ejemplar. Somos el país de Europa con un consejo de ministros más numeroso –veintitrés titulares lo conforman-  y a la mayor parte de ellos ni la conocemos ni nos consta que hayan hecho nada, y ni siquiera han estado en sus puestos de trabajo en una situación extraordinaria. Personalmente he practicado una prueba elemental preguntando en mi entorno más próximo por los ministros y sus titularidades. Nadie los conoce ni sabe una palabra de sus cometidos. Ninguno de los que he consultado al azar –gente normal, que lee los periódicos y quien le gusta estar informada- es  capaz de identificarlos salvo los cabezas de serie que son pocos por otra parte y destacan por su influencia social. El resto –incluyendo personajes de cierto renombre como Ábalos, Duque o Marlaska- se han ido diluyendo o bien encanallando en el saber popular. Estoy cada vez más convencido de que casi ninguno ha hecho los deberes, casi ninguno ha cumplido con su oficio y solo se me ocurre salvar de este desastre a Salvador Illa, quizá no tanto por su gestión del escenario sino por su compromiso y su honestidad. En mi opinión, el único que este asueto que a ninguno de sus compañeros les hubiera correspondido disfrutar, ha dado la talla.

Tampoco la ha ofrecido el presidente, que se ha fotografiado con su señora en Lanzarote, que ha sesteado en una hamaca en el coto de Doñana como si fuera un sujeto normal. Muy guapo pero normal. No lo es. Es el presidente. Es el que nos manda. De modo que es especial para lo bueno y para lo malo. Y su vicepresidente, igual.

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