Opinión

Deportistas catalanes

Los deportistas catalanes asistentes a los Juegos Olímpicos -que son muchos y muy buenos- están mostrando un comportamiento ejemplar que corresponde por otra parte al natural tratamiento representando a su país en un evento de esta categoría. Muchos atletas nacidos en Cataluña han alcanzado medallas, como es el caso reciente de Mireia Belmonte o de Marc López, y otros pueden obtenerlas y en algún caso de manera multitudinaria como en jockey hierba o baloncesto y waterpolo femenino y masculino en cuyas formaciones son dominantes, ojala así sea. Lo más sorprendente del caso es que, mientras ellos dan ejemplo de sensatez y compromiso permanente y se muestran indeleblemente identificados con los colores nacionales que defienden, el ridículo es patrimonio de aquellos ámbitos que supuestamente les apoyan desde sus instituciones. Los dirigentes políticos de su comunidad rayan en el absurdo, y los medios de comunicación que dependen del Gobierno regional lo superan ampliamente. Es el caso de la televisión autonómica, la famosa TV3· que coloca la bandera de Cataluña cuando hace referencia a los suyos, sirva de ejemplo el tratamiento aplicado al ciclista Joaquim “Purito” Rodríguez al que identificaron permanentemente con la seyera en pantalla. Con carácter espontaneo ahí tienen ustedes esa estelada que ondeó mientras la pareja de dobles formada por Marc López y Rafa Nadal subían al podio. Resulta sin embargo tranquilizador comprobar cómo los propios objetivos de estas majaderías las rechazan y tratan de poner tierra de por medio y desvincularse lo antes posible de ellas. Mireia Belmonte que es hija de andaluces y novia de asturiano, solicitó una bandera nacional para envolverse en ella tras conseguir sus bien ganadas medallas, Purito mostró con orgullo sus signos españoles tras hacer un estupendo cuarto puesto, y a Rafa y Marc les llevaron los demonios cuando vieron la bandera independentista tratando de estropearles su bien ganado momento de gloria y mientras toda España les adoraba. Lo dos tenistas lo manifestaron públicamente para que nadie se llamara a engaño.

El independentismo catalán fuera de Cataluña no es otra cosa que una anacrónica e irrisoria cataplasma. Es tan cateto que asombra y lo demuestra a cada paso. En su tierra puede funcionarles, pero fuera de ella, no les hacen ni caso.

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