Opinión

Discursos federativos

La Federación Española de Fútbol en las manos de su nuevo presidente se ha convertido en un estamento quizá menos opaco que el anterior, pero no por ello menos polémico. El dilatado periodo de Ángel Villar no solo resultó hermético sino también claramente sospechoso de funcionar mediante malas prácticas, lo que a Villar le costó su destitución con independencia de las posteriores instancias judiciales en las que deba explicar el alcance y calidad de su gestión, cuestión por otra parte que no se ha dilucidado todavía y corre un serio peligro de perderse en el olvido lo cual sería imperdonable.

Su sucesor, Luis Rubiales, auxiliado por José Francisco Molina como brazo ejecutivo, ha preferido las frecuentes comparecencias institucionales ante los representantes de los medios de comunicación, lo que, aparentemente al menos, inspira una metodología más diáfana. Sin embargo, a la vista del escenario planteado por el cese del seleccionador Robert Moreno y su sustitución por Luis Enrique, ni tan diáfana parece, ni las actuaciones de unos y otros inspiran la certeza de que todos ellos han contado en este torrente de ruedas de prensa escenificadas en la Ciudad Deportiva de las Rozas toda la verdad y nada más que la verdad.

Por el momento por tanto, hemos escuchado las explicaciones de un bando. El configurado hoy por los dos mandatarios federativos, Rubiales y Molina, en amparo del recuperado Luis Enrique, quien se ha expresado de un modo particularmente agresivo con su ya ex colaborador forzadamente dimitido. Luis Enrique es, según todas las fuentes, un hombre intenso y muy proclive a las pruebas de fuerza, para el que entre el blanco y el negro no hay una amplia gama de tonalidades grises. El modo en que Luis Enrique definió a Moreno adquiere tonos de rigor muy propios del asturiano. Lo llamó desleal repetidas veces.

Y sin embargo, existen lagunas en su discurso que no respaldan la supuesta traición del saliente ni la gravedad de sus comportamientos sino una esperanza fruto de un joven sueño. El problema sospecho por tanto, atañe al órgano federativo en general, y afecta a la calidad y equilibrio de sus dirigentes. Y como poco, faltan las palabras de Moreno que sospecho no se va a quedar callado mientras lo llaman Judas. También quisiera yo oírlo. Sea como fuere, cada vez que los de la RFEF toman la palabra, sube el pan. Y baja el respeto que debíamos tenerlos.

Te puede interesar