Opinión

Los domingueros peliculeros

Tres mujeres aficionadas a la espeleología han sido rescatadas sanas y salvas de las entrañas de una sima cántabra después de que, tras una experiencia aventurándose en sus profundidades, sus compañeros de aventura se alarmaron al comprobar que no salían al exterior. De inmediato se movilizaron los efectivos para atender la llamada de socorro y, afortunadamente fueron encontradas, tras no pocos esfuerzos y mucho drama, en el interior de la cueva y en buen estado de salud. Las excursionistas se desorientaron y, víctimas del agotamiento, el sentido común les aconsejó detenerse y esperar juntas a ser localizadas por los efectivos de salvamento, y rescatadas. Así fue felizmente y viven para contarlo. Y también para servir de referencia a las palabras del presidente de la comunidad de Cantabria que esta vez no tuvo de acudir al Hormiguero de Pablo Motos para emitir su mensaje. Un mensaje por otra parte cargado de sentido común y necesario de ser procesado. Hay que hacerle caso.

Revilla se congratuló del éxito de un operativo en el que se han invertido más de treinta horas de trabajo para descender al fondo de la cueva del Cueto, que tiene una profundidad de quinientos metros. Y por ello Revilla advirtió en serio la necesidad de poner coto a ciertos arriesgados proyectos aventureros cuyas operaciones de rescate le cuestan una pasta al erario público: “No podemos –advirtió el presidente cántabro- estar gastando el dinero público en aventureros”. Y es cierto. La osadía de quienes afrontan este tipo de actividades con un cierto aire de frivolidad y sin la preparación más rigurosa, produce demasiados contratiempos y puede terminar en tragedia. Cuando por fortuna el episodio se salda sin víctimas y todo acaba felizmente, se suelen olvidar las condiciones en las que se ha efectuado el salvamento. Un final deseado propone el olvido de ciertas responsabilidades que habrá que comenzar a exigir. Y habrá que dirimir también cómo se sufragan los gastos derivados de estas aventuras corridas alegremente y a la ligera. La movilización de efectivos a utilizar en operaciones de esta naturaleza cuesta muchísimo dinero. Y las finanzas públicas no está para responder a la ausencia de prudencia tan abundante entre este colectivo que alguien calificó acertadamente de domingueros de la aventura. Cantabria y sus cuevas es uno de sus grandes semilleros.

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