Opinión

El actor secundario

A pesar de que en la historia de nuestro país abundan los casos en los que un personaje de tercera fila corona un rosario de afortunadas casualidades proclamándose líder, ningún caso es más expresivo como el protagonizado por Quim Torra, un sujeto residual que, a base de carambolas, se encontró sin apenas sospecharlo presidiendo la Generalitat. Torra no estaba naturalmente en ninguna quiniela, y su peso político era tan liviano que nadie se acordó de él hasta que le auparon al cargo aquellos que deseaban una personalidad sumisa, que acatara las directrices sin rechistar, que no produjera muchas molestias y que pudiera ser eliminado sin traumas en el momento en que se hiciera necesario su retiro. Torra -cuya actividad profesional trascurrió unos años como empleado de una agencia de seguros con sede en Suiza- fue a su vuelta un apesebrado que disfrutaba de ciertos favores gubernamentales para sacar adelante su editorial firmemente comprometida con el catalanismo. Aquel personaje oscuro que recibía un generoso subsidio para mantener vivo su negocio y su compromiso con los textos del independentismo periodístico decimonónico, apareció en mitad de la lista de JxC al Parlamento por la demarcación de Barcelona, obtuvo escaño y, cuando Puigdemont salió huyendo, le eligió a él como sucesor en la seguridad de que Torra no podría reparo alguno para cederle la silla cuando el ausente se volviera a hacer presente. Ese día no llegó, Torra comenzó a tomarle gusto al cargo, y terminó aferrado a la silla y dispuesto a vender cara su piel. Unos meses después de jurar el cargo y expresar su desapego y su manifiesto deseo de abandonarlo a favor de su verdadero dueño lo antes posible, el deseo de Torra había cambiado radicalmente hasta el punto de que de allí, no le despegaban ni con agua caliente.

Torra es un sujeto condenado por los tribunales de justicia y privado de su escaño por ese motivo. Y es el personaje  al que acudirá el presidente del Gobierno el próximo día 6. Los comentaristas de la televisión pública han dicho bien: “Torra mantiene su agenda y se encontrará con Sánchez”, porque Sánchez será quien viaje a Barcelona para colocarse en presencia de este óscar al actor de reparto, que ni siquiera tiene escaño y acaba de expresar que la legislatura está agotada.

Torra es un accesorio a qué engañarse. Pero Sánchez es mucho peor todavía porque es el accesorio del accesorio. Una gloria, vamos.

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