Opinión

El bucle eterno

Como la tecnología ha comprimido el tiempo de incertidumbre y en una hora y media se saben los resultados de las consultas electorales, el domingo ya nos fuimos a la cama sabiendo que estábamos metidos en un lío peor aún del que habíamos dejado, y preguntándonos cuál es ahora el camino que puede librarnos de este bucle en el que llevamos inmersos un año en el que ni se gobierna, ni se legisla, ni se debate, ni se adoptan las medidas necesarias para hacer frente a una crisis que está aporreando la puerta, todo eso, con los presupuestos de Montoro.

De esta situación caótica que se dibuja en el lienzo de unas nuevas e inútiles elecciones, nos salen tres o cuatro conceptos irrebatibles a los que podemos pasar revista en la certeza de que habrá pocos que nos lleven la contraria. A trazo grueso, las elecciones del domingo nos explican que sobre los hombros de Rivera se ha producido la hecatombe, que el ganador moral de esta consulta atípica ha sido Vox, que el independentismo y sus afines han tomado la cámara y propone la confrontación con el cuchillo entre los dientes y sin aditivos ni colorantes, que la izquierda dura está en retirada y que Pedro Sánchez puede apuntar un nuevo fracaso en su cuaderno de bitácora. El del otro día es fruto del egocentrismo, la soberbia y una calamitosa cadena de consejeros que le han calentado la oreja, le han regalado el ego y le han mandado directamente al fiasco. Si Félix Tezanos continúa en su puesto tras este desastre es que todo es posible en este país de cuento de hadas. Y ojo con Iván Redondo, porque le han fallado todos sus cálculos.

Lo que dicen las urnas a cuarenta y ocho horas de este panel que nos condena a un nuevo periodo de parálisis, lo sabe bien Rivera, que ha asumido el estrépito, ha presentado su dimisión irrevocable y se ha ido a casa. Y lo sabe bien Iglesias, al que no ha sido Errejón quien le ha quitado los votos sino su propia evanescencia sin chicha ni limonada. Su mensaje sin cuajo, sin fundamento político y científico, sin base… sin nada.

Y lo sabe Pedro Sánchez, que se estará preguntando ahora cómo se puede cometer el error impropio de pasear a Franco en helicóptero en plena campaña electoral allanando la de Vox que tampoco ha tenido que pensar mucho para trazar un discurso coherente con su propia concepción del mundo y la inapreciable ayuda de la turbamulta catalana. ¿Y ahora qué? Nos preguntaremos todos… Pues a cumplir con el deber. Y a plantearse que, a lo mejor, no es solo Rivera el que tiene que tomar el olivo. Él ya lo ha tomado.

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