Opinión

El cine español

El sentimiento de españolidad -supongo bien entendido- que llevo dentro y que se arraiga sinceramente igual que se les arraigó en los adentros a personajes tan sublimes y poco sospechosos como los integrantes de las generaciones del 98 y del 27, me ha hecho volver los ojos al cine nacional y me doy unas turras de películas españolas que me están acercando peligrosamente a un preocupante estado majareta. Ahí es nada, atizarme todas las noches una peli nacional sin distinción de épocas o situaciones políticas, así que lo mismo toca ver “Bienvenido mister Marshall” o “Plácido” que “Nuestros amantes”, una cinta muy reciente protagonizada por Amaya Salamanca, Michele Jener, Eduardo Noriega y Gabino Diego, lo cual, hay que reconocerlo, tiene mucha tela.

El cine español está muy dominado por momentos, y basta con echarle un ojo a las cintas de contenido histórico rodadas en la España franquista de finales de los años cuarenta para comprender de lo que estoy hablando. Por desgracia para todos, ese modo parcial y tortuoso de interpretar los hechos pasados avivó la respuesta contraria, y a la triunfal potenciación del espíritu nacional sucedió un periodo contrapuesto que trató y probablemente consiguió convertir en deleznable el cariño por lo nuestro. Y así vamos dando tumbos, cabezadas y empujones desde entonces, glorificándolo o negándolo de trecho en trecho.

Pasado el reciente sarampión en el cine patrio que ha consistido en hacer muchas películas sobre la Guerra Civil en las que paradójicamente siempre ganaban los que en realidad la perdieron y que ofreció películas en general muy malas algunas rozando el ridículo -con espléndidas excepciones como “La vaquilla” del maestro Berlanga que es una obra maestra- nos las vemos ahora cara a cara con la vuelta a la comedia y de eso va esta última muestra que les refiero y que bien mirado no está mal aunque tampoco sea una cosa como para tirar cohetes. Visto lo visto, las dificultades de presupuesto, la precariedad del mercado laboral y la ausencia de guiones, nuestro cine no es para maldecirlo, pero tampoco es para sentirse cautivado.

Desgraciadamente y en condiciones de igualdad, el británico, el francés y el italiano es probablemente mejor, aunque también en todos ellos las caras que aparecen en pantalla son casi las mismas y por ejemplo en el francés no deben participar más de catorce actores que aparecen en todas. Hay un tío que hace de cura, de maestro, de policía, de médico, de paciente, de vigilante nocturno, de matón, de malo, de loco, de cuerdo o de bueno. O de todo a la vez, porque es el mismo.

Veamos cine español sí. Y exijamos también que nos guste, pero porque sea bueno.

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