Opinión

El día después

Ayer fue el último día de Pablo Iglesias en el Gobierno. Se despidió del Ejecutivo y de sus potencias como vicepresidente, mediante un vídeo rodado en su despacho que debía tener preparado con cierta antelación porque un vídeo, aunque sea una miserable chapuza como las que acostumbra a poner en circulación él y su partido, no se improvisa en doce horas y hay que poner en marcha una mínima infraestructura para guionizarlo, rodarlo y editarlo. Es verdad que Iglesias cuenta con una disposición a su entero y exclusivo servicio que supera con creces los treinta componentes, pero aún así…

El análisis pertinente ahora es saber cómo va a ser el día después. Cómo va a ser el Gobierno sin Pablo y sobre todo y ante todo, si Pablo va a apartarse en verdad del Gobierno o si, como aseguran algunos expertos, va a seguir mandando desde la sombra y moviendo sus peones utilizando la cadena administrativa para su propio provecho. El ya ex vicepresidente, no ha dado un palo al agua en las materias que tiene adjudicadas para su gestión ministerial y los asuntos que debía encauzar y resolver han quedado todos ellos absolutamente colgados, pero eso a él se le da una figa que dirían los clásicos. Le bastaba con movilizar auténticas caravanas de coches oficiales para sus desplazamientos y poner en danza rondallas de escoltas y guardias civiles cada vez que salía a la calle, pero de cumplir con su deber ya hablamos otro día.

Supongo que con seguir utilizando los mecanismos del Estado para su campaña a la Asamblea de Madrid, viajar al extranjero en calidad de ministro de Exteriores 2 y cuidar de que no se le desmande su propio partido tendrá bastante, porque es mucha cruz la que tiene este hombre sobre las espaldas y, teniendo conocimiento de su conocida afición por la buena vida y su natural pereza, habrá de dosificarse no vaya a darle algún yuyu. 

En todo caso, y aprovechando su alejamiento de las cosas del Gobierno, no vendría mal que él y su pareja Irene Montero, -si lo sigue siendo y si no, también- den cuenta exacta de cómo se las han arreglado para multiplicar por mil su patrimonio desde que están en el Gobierno. Ese incremento patrimonial desmedido en tan solo cuatro años merecería una explicación sincera que lo librara de sospechas. No solo hay que ser honrado sino parecerlo, como el César y su señora.

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