Opinión

El teorema del trío

La historia, la literatura, la música… están llenas de dúos, tríos y cuartetos de influencia arrolladora tanto si son caracteres ficticios o personas de carne y hueso. Formando un dúo son paradigmáticos en la música popular Lennon y McCartney, pero también hacen pareja aunque sea en la ficción, Don Quijote y Sancho Panza o Sherlock Holmes y el doctor Watson. Stan Lauren y Oliver Hardy mandaron bajo la misma fórmula, en el celuloide entre guerras, y hablando de trío se me ocurren los maestros Quintero, León y Quiroga que coparon la música popular española en la primera parte del siglo XX, y en los libros, los mosqueteros de Dumas que acabaron siendo cuarteto con la suma del gascón D’Artagnan, el único que, paradójicamente, permaneció hasta el final en el cuerpo.

Los tríos son muy poderosos porque permiten la diversificación del común esfuerzo, y aprovechan la formación y características de los individuos que lo integran para  percutir cada cual en el lugar previamente asignado y en función de sus habilidades más sobresalientes. Los tríos llegan muy bien a cualquier parte, como ocurre por ejemplo con el que han conformado la ex ministra y ex fiscal Dolores Delgado, su continuador al mando de la Fiscalía y devoto amigo Álvaro García Ortiz, y el ex juez de la Audiencia y actual pareja de la primera, el magistrado suspendido Baltasar Garzón, que han aunado fuerzas y habilidades para conquistar la plaza de Fiscal para la Memoria Histórica de la primera,  ahora que Sánchez está  colocando a los que desea salvar de una hipotética quema si es que los resultados en las Generales que el mismo ha convocado para el día más caluroso del verano y en mitad del puente de Santiago Apóstol, siguen siendo tan desfavorables para sus gustos, como los que se reflejaron en la pasadas elecciones. Las asociaciones de Fiscales se han rebelado en masa y por encima de tendencias e ideologías ante este esperpento, pero de poco les va a servir porque García Ortiz es un sujeto agradecido y bien enseñado, que está ahí para ser pilotado y teledirigido por su antigua jefa, una mujer de armas tomar y glorioso aspecto, a la que hay pocas cosas en el vasto titirimundi de la influencia política que la frenen. Ha llegado la hora de hacerse sitio por si no vienen buenas y da igual a quien hay que  rajar en seco. Ministros y altos cargos de todo pelaje buscan su sitio en el futuro incierto.

Te puede interesar